De verdad no sabemos nada, porque la verdad está en un pozo
Demócrito
- 23 enero 2023
- @clis7enes
- Eduardo Villagómez
Caminamos hacia la fecha inexorablemente. Las encuestas se vuelven tendencia en toda publicación y tópico de conversaciones. Amén del colorido propio de cada campaña, con su despliegue de banderas, de consignas tremolando en los postes de alumbrado, destacan las iniciativas de los medios de promover los debates. No consigue esta iniciativa cívica de los actores políticos un mayor nivel de debate, por plausible que sea el esfuerzo; aunque se vista de seda…
En cuanto a la consulta popular, añoramos aquellas constituciones que las incorporaron con poder suficiente para cambiar el texto. La actual, hija del despilfarro en un recinto ampuloso, ominosamente bautizado Alfaro, pergeñada por los mismos zafios que reputaron ese parto de los montes con el único mérito de no haberla parido en cuarteles, ni siquiera ese privilegio dejó al pueblo. Solo el insultador sabatino se ufanaba de haber llenado el muñeco de aserrín. Así operó el gobernante que Zeus dio a las ranas1.
Está en juego la popularidad del gobierno. Más aun, su continuidad. Debiera ser condición de esta figura jurídico política la cesación del mandato de quien escruta a la nación, por coherencia con el espíritu de una democracia autónoma. Estos procesos tienen origen en la protesta del proponente a las condiciones vigentes del espacio público. Todo cuestionario atiende a este requisito; cobija bajo distintos ropajes los problemas nacionales de control policial, de idoneidad en las designaciones, de adhesión a ciertos principios. Ganaríamos todos al implementar esta dualidad de premio/sanción: asumiría un riesgo que ningún gobierno corre inútilmente, fortalecería la representatividad frente a formatos de manipulación que insumen cuantiosos recursos, expondría los actores al debate. A definir los motivos reales de gobernabilidad, a la transparencia de los beneficios que una decisión así provee.
Evitaría convertirla en encuesta de preferencias del consumidor: “¿le gusta la minifalda corta o mediana?”, “¿los prefiere rubios o negros?”, “¿le gustan los toros o las vacas?”… desfile de vanidades que remonta al populista, al adulador correato.
Este referéndum tiene adustez: preguntar sobre “la extradición de ecuatorianos que hayan cometido delitos relacionados con el crimen organizado transnacional” presupone perder la inocencia. Reconoce que no somos ajenos al narcotráfico sino protagonistas. Que padecemos una situación impensada de delito generalizado, de instituciones desbordadas. Contrapuesto a los fundamentos de soberanía que dieron lugar al presente ordenamiento jurídico. Nos aboca a admitir que sobre nuestras leyes regla el derecho internacional, que los jueces de la república, atemorizados sucumben a la venalidad: todos hechos fácticos.
El gobierno hace el ridículo al argumentar que aferrarse al soberanismo significa afinidad al narcotráfico. Nos recuerda a Borges al inadmitir que no ser comunista columbraba ser fascista, dualidad de los que encasillan al prójimo para identificar enemigos. A su vez, la oposición (Iza y el correato) da papaya con su negacionismo. Explicaciones palurdas suscriben similar paralogismo y, reduccionistas, relacionan la delincuencia con el arribo al poder del banquero, desnudando de razones la controversia. Ni siquiera esgrimen teorías soberanistas, peor reparan en la ratificación de la Colombia de Petro a los acuerdos de extradición con EE.UU.
A crear un Consejo Fiscal se opone Diana Salazar, invocando mayor independencia. Al nominar los siete miembros de dicha instancia entre sus pares, Fiscalía mata dos pájaros al mismo tiempo: sustituye la judicatura, que significa independizarla del purulento CPCCS, y da paso a un experimento autónomo dependiente del proyecto que presente para profesionalizar su tarea.
¿Reducir los asambleístas traerá mayor calidad del foro? Nada lo garantiza. Haberla expandido prueba fehacientemente lo contrario: negó representatividad. Las minorías quedaron invisibilizadas mientras la banda verdeflex contaminaba la legislatura, proliferaban los homenajes a delincuentes, renunciaba fiscalizar el mayor atraco de la historia y acallaba escándalos. Nunca como en este período ha sido la legislatura tan despreciable. Los “payasos” de hace tres lustros dieron paso a una abigarrada procesión de ignaros malhechores, maquilladores del atraco, sumiendo en descrédito la primera instancia del estado. Corona ignominiosa, la proporcionalidad consagró la apoteosis de una bancada con 30% de los votos y 70% de curules. ¡Así dan lecciones de moral los adúlteros!
La misma respuesta merece el control a la proliferación de organizaciones electorales que fue, cuando el retorno a la democracia, piedra angular del edificio. Lo desmontaron los grupos marginales al perder reconocimiento; lo exigimos atónitos al contemplar el mercadillo de ofertas, promesas y campañas sin contenido, transitando al ridículo. Las formas no puede regular la ley; las modificaciones darán un mazazo a la figura indefinida del partido que no es partido sino movimiento y nada mueve aparte de las apetencias del sentenciado. Sobran al correísmo compadrón razones para oponerse al punto cuarto: cambia o muere. La propuesta exige afiliados, es decir compromiso. Extingue los adherentes, manada que aumenta y reduce al ladrido del amo.
El referéndum contiene caras propuestas tendentes a desarticular el mamotreto de Montecristi. Nada tan vergonzoso como el CPCCS, tanto más cuantos requiebros hace quien lo engendró para mantenerlo a cargo de instituciones cooptadas y entes corrompidos. Blindado por los candados constitucionales, la decisión del elector de aprobar la pregunta quinta es alta cirugía pública que deja viva la Hidra neutralizando su veneno. La facultad nominadora retorna a la Asamblea, como debe ser.
Así se contesta la sexta sin remordimientos. ¿Qué es una sierpe sin veneno? Una cuica de jardín. ¿Qué un tigre sin garras? Un minino. La entidad, que debiera ejercer la ciudadanía desde la ausencia de compromiso ideológico, como juez equidistante del quehacer político, se elige con patrocinio partidista, haciendo chapuza del concepto original. Ser seleccionados por el proceso sugerido resta a los partidos injerencia en una instancia en que indebidamente se enseñorearon.
Las últimas dos preguntas demandan coherencia y contestar en un mismo sentido. Reafirman la soberanía de los recursos en la nación, frente a las comunidades, y viabiliza la minería para concesiones futuras. El país le dice a Iza que sus derechos serán protegidos, pero no a costa de inhibir la disposición de esos recursos. Previsiblemente tendrá acogida en las ciudades y rechazo en la ruralidad, provocando movilizaciones. Este gobierno, y los venideros, se verán fortalecidos ante los chantajes “WOK” de esa minoría enemiga de la democracia cuya estrategia fabiana estriba en desestabilizar y producir la caída del régimen. Son las preguntas más involucradas con Lasso; en ellas finca su respaldo para ejercer el mando.
¿Será el gobierno escrupuloso en exigir a las mineras altísimos estándares? Fácil responder con las subvenciones ofrecidas; incierto desde la idoneidad contralora.
Nos decantamos, sin prejuicios, por un “Sí” generalizado. Indiferentes frente a la convocatoria en principio, se nos reveló con sustanciales contenidos, como la invitación a tomar definiciones frente a la democracia que tenemos. Con todas las objeciones que podamos presentar, contestemos el llamado de la Patria en peligro. Nos atemoriza unas FF.AA. involucradas en combatir el delito del narcotráfico, que debió constar en el cuestionario. El proponente se ha reservado esa prerrogativa que sabemos perniciosa, como lo atestigua México y lo padeció Colombia.
Ecuador se halla sumergido en un pozo. De él queremos surja la democracia que merecemos: la verdadera, acial en mano, para desenmascarar los facinerosos que toman su nombre, las celestinas obsesionadas en perderla. La que entusiasme, porque solo ella es capaz de traer bienestar a este suelo sagrado.
No vaya a ser “… un pozo seco/ pues ya no tiene el agua que tenía/ pero le queda todavía el eco.”
1 Cf. Fábulas, Esopo; Las ranas pidiendo rey.