ÚLTIMA LLAMADA

De verdad no sabemos nada, porque la verdad está en un pozo

Demócrito

Caminamos hacia la fecha inexorablemente. Las encuestas se vuelven tendencia en toda publicación y tópico de conversaciones. Amén del colorido propio de cada campaña, con su despliegue de banderas, de consignas tremolando en los postes de alumbrado, destacan las iniciativas de los medios de promover los debates. No consigue esta iniciativa cívica de los actores políticos un mayor nivel de debate, por plausible que sea el esfuerzo; aunque se vista de seda…

En cuanto a la consulta popular, añoramos aquellas constituciones que las incorporaron con poder suficiente para cambiar el texto. La actual, hija del despilfarro en un recinto ampuloso, ominosamente bautizado Alfaro, pergeñada por los mismos zafios que reputaron ese parto de los montes con el único mérito de no haberla parido en cuarteles, ni siquiera ese privilegio dejó al pueblo. Solo el insultador sabatino se ufanaba de haber llenado el muñeco de aserrín. Así operó el gobernante que Zeus dio a las ranas1.

Está en juego la popularidad del gobierno. Más aun, su continuidad. Debiera ser condición de esta figura jurídico política la cesación del mandato de quien escruta a la nación, por coherencia con el espíritu de una democracia autónoma. Estos procesos tienen origen en la protesta del proponente a las condiciones vigentes del espacio público. Todo cuestionario atiende a este requisito; cobija bajo distintos ropajes los problemas nacionales de control policial, de idoneidad en las designaciones, de adhesión a ciertos principios. Ganaríamos todos al implementar esta dualidad de premio/sanción: asumiría un riesgo que ningún gobierno corre inútilmente, fortalecería la representatividad frente a formatos de manipulación que insumen cuantiosos recursos, expondría los actores al debate. A definir los motivos reales de gobernabilidad, a la transparencia de los beneficios que una decisión así provee.

Evitaría convertirla en encuesta de preferencias del consumidor: “¿le gusta la minifalda corta o mediana?”, “¿los prefiere rubios o negros?”, “¿le gustan los toros o las vacas?”… desfile de vanidades que remonta al populista, al adulador correato.

Este referéndum tiene adustez: preguntar sobre “la extradición de ecuatorianos que hayan cometido delitos relacionados con el crimen organizado transnacional” presupone perder la inocencia. Reconoce que no somos ajenos al narcotráfico sino protagonistas. Que padecemos una situación impensada de delito generalizado, de instituciones desbordadas. Contrapuesto a los fundamentos de soberanía que dieron lugar al presente ordenamiento jurídico. Nos aboca a admitir que sobre nuestras leyes regla el derecho internacional, que los jueces de la república, atemorizados sucumben a la venalidad: todos hechos fácticos.

El gobierno hace el ridículo al argumentar que aferrarse al soberanismo significa afinidad al narcotráfico. Nos recuerda a Borges al inadmitir que no ser comunista columbraba ser fascista, dualidad de los que encasillan al prójimo para identificar enemigos. A su vez, la oposición (Iza y el correato) da papaya con su negacionismo. Explicaciones palurdas suscriben similar paralogismo y, reduccionistas, relacionan la delincuencia con el arribo al poder del banquero, desnudando de razones la controversia. Ni siquiera esgrimen teorías soberanistas, peor reparan en la ratificación de la Colombia de Petro a los acuerdos de extradición con EE.UU.  

A crear un Consejo Fiscal se opone Diana Salazar, invocando mayor independencia. Al nominar los siete miembros de dicha instancia entre sus pares, Fiscalía mata dos pájaros al mismo tiempo: sustituye la judicatura, que significa independizarla del purulento CPCCS, y da paso a un experimento autónomo dependiente del proyecto que presente para profesionalizar su tarea.

¿Reducir los asambleístas traerá mayor calidad del foro? Nada lo garantiza. Haberla expandido prueba fehacientemente lo contrario: negó representatividad. Las minorías quedaron invisibilizadas mientras la banda verdeflex contaminaba la legislatura, proliferaban los homenajes a delincuentes, renunciaba fiscalizar el mayor atraco de la historia y acallaba escándalos. Nunca como en este período ha sido la legislatura tan despreciable. Los “payasos” de hace tres lustros dieron paso a una abigarrada procesión de ignaros malhechores, maquilladores del atraco, sumiendo en descrédito la primera instancia del estado. Corona ignominiosa, la proporcionalidad consagró la apoteosis de una bancada con 30% de los votos y 70% de curules. ¡Así dan lecciones de moral los adúlteros!

La verdad saliendo del pozo. Jean-Leon Gerome. Museo Anne de Beaujeau, Moulins, Francia. historia-arte.com

La misma respuesta merece el control a la proliferación de organizaciones electorales que fue, cuando el retorno a la democracia, piedra angular del edificio. Lo desmontaron los grupos marginales al perder reconocimiento; lo exigimos atónitos al contemplar el mercadillo de ofertas, promesas y campañas sin contenido, transitando al ridículo. Las formas no puede regular la ley; las modificaciones darán un mazazo a la figura indefinida del partido que no es partido sino movimiento y nada mueve aparte de las apetencias del sentenciado. Sobran al correísmo compadrón razones para oponerse al punto cuarto: cambia o muere. La propuesta exige afiliados, es decir compromiso. Extingue los adherentes, manada que aumenta y reduce al ladrido del amo.    

El referéndum contiene caras propuestas tendentes a desarticular el mamotreto de Montecristi. Nada tan vergonzoso como el CPCCS, tanto más cuantos requiebros hace quien lo engendró para mantenerlo a cargo de instituciones cooptadas y entes corrompidos. Blindado por los candados constitucionales, la decisión del elector de aprobar la pregunta quinta es alta cirugía pública que deja viva la Hidra neutralizando su veneno. La facultad nominadora retorna a la Asamblea, como debe ser.

Así se contesta la sexta sin remordimientos. ¿Qué es una sierpe sin veneno? Una cuica de jardín. ¿Qué un tigre sin garras? Un minino. La entidad, que debiera ejercer la ciudadanía desde la ausencia de compromiso ideológico, como juez equidistante del quehacer político, se elige con patrocinio partidista, haciendo chapuza del concepto original. Ser seleccionados por el proceso sugerido resta a los partidos injerencia en una instancia en que indebidamente se enseñorearon.

Las últimas dos preguntas demandan coherencia y contestar en un mismo sentido. Reafirman la soberanía de los recursos en la nación, frente a las comunidades, y viabiliza la minería para concesiones futuras. El país le dice a Iza que sus derechos serán protegidos, pero no a costa de inhibir la disposición de esos recursos. Previsiblemente tendrá acogida en las ciudades y rechazo en la ruralidad, provocando movilizaciones. Este gobierno, y los venideros, se verán fortalecidos ante los chantajes “WOK” de esa minoría enemiga de la democracia cuya estrategia fabiana estriba en desestabilizar y producir la caída del régimen. Son las preguntas más involucradas con Lasso; en ellas finca su respaldo para ejercer el mando.

¿Será el gobierno escrupuloso en exigir a las mineras altísimos estándares? Fácil responder con las subvenciones ofrecidas; incierto desde la idoneidad contralora.

Nos decantamos, sin prejuicios, por un “Sí” generalizado. Indiferentes frente a la convocatoria en principio, se nos reveló con sustanciales contenidos, como la invitación a tomar definiciones frente a la democracia que tenemos. Con todas las objeciones que podamos presentar, contestemos el llamado de la Patria en peligro. Nos atemoriza unas FF.AA. involucradas en combatir el delito del narcotráfico, que debió constar en el cuestionario. El proponente se ha reservado esa prerrogativa que sabemos perniciosa, como lo atestigua México y lo padeció Colombia.

Ecuador se halla sumergido en un pozo. De él queremos surja la democracia que merecemos: la verdadera, acial en mano, para desenmascarar los facinerosos que toman su nombre, las celestinas obsesionadas en perderla. La que entusiasme, porque solo ella es capaz de traer bienestar a este suelo sagrado.

No vaya a ser “… un pozo seco/ pues ya no tiene el agua que tenía/ pero le queda todavía el eco.”

Puntuación: 1 de 5.

1 Cf. Fábulas, Esopo; Las ranas pidiendo rey.

POLLA MUNDIALISTA

Ciudadanos, hacernos respetar es la garantía indestructible de vuestros afanes ulteriores por conservar la libertad.

José Gervasio Artigas

¿Confabula el universo para nuestra desgracia? ¿Se alinean los astros para perjudicarnos? ¿Qué prevalece en el cosmos, el orden o el caos? La respuesta que demos desemboca en el conflicto o la teodicea, bien nos asimilemos víctimas del sino o atribuyamos a la voluntad de nuestros actos sus consecuencias.

El Mundial estuvo maravilloso; conserva la receta para cautivarnos cada cuatro años y envolverlo todo. La agenda del mundo está dictada por sus horarios: los legisladores no quieren acudir a las sesiones, los clientes postergan las citas, las reuniones se difieren para mejor ocasión. La ilusión tricolor, los mejores de la primera etapa según los preciosistas del juego, tuvo la frustración primera la noche de Qatar cuando un rebote arrebató el sueño de seguir en la contienda. Aun el error humano tiene plasticidad y belleza; la derrota despide destellos místicos si consagra al favorito de los dioses. Y los dioses del fútbol proclamaron a la Argentina de Messi: benditos sean.

La noción del juego es alegórico diálogo con la divinidad. Nació como expresión que ofrenda propicios nuestros empeños en procura de los favores del cielo. Para ser participantes de la cita emiratí, apostadores de los sesenta y cuatro partidos como ritual secundario de la fiesta ecuménica más grande de la civilización, palpitábamos tras del televisor. Coincidente con las navidades, semejante a ellas, el ecuménico encuentro dio cabida al grande y al chico porque todos tuvieron algo que decir: a llenar las cartillas confluyeron los sabidores de tribuna y quienes nunca la pisaron. Con la Fortuna como hada protectora, la suerte distribuyó sabia y ciega, dones y pequeñas fortunas, como abrazos, como sonrisas.  

Maravilloso por cuanto conserva la magia que asombra, tuvo la grata revelación de Marruecos, la penosa decadencia alemana, agónicas tandas de penales, una fulgurante final…

Esos grandes fabuladores que fueron los griegos cuentan cómo, excluida de la fiesta, Eris tomó venganza en las bodas de Tetis. La veleidad humana hace suyo el castigo o el premio, aderezado con la derrota o el triunfo, en los platillos que sopesan la verdad y lo justo. Los esquemas culturales y lógicos están transversalizados por este triple alineamiento. El triunfo subyuga y, en lugar de asumirlo como consecuencia teleológica lo convertimos en fin: apostamos contra el equipo propio, si en ello hay réditos. Fincar el resultado como objetivo es prerrogativa del espectador.

Las justas deportivas, las hazañas atléticas que enorgullecen a los pueblos, se han convertido en piedra de toque en que validar las ruines actuaciones de la clase política. ¿Por qué la percibimos denigrante si la sometemos al mismo rasero? Por advertirla contaminada de intereses personales. Pero, ¿acaso hay alguna decisión política que podamos sustraer de esos dominios? ¿Qué signo diferenciado contempla el bien común, de existir?

Frente a la convocatoria a referéndum para este febrero, las facciones contestaron con la ideologización que obnubila los hechos: nadie escapa a este común denominador.  

Desde el gobierno, haber encontrado el recurso plebiscitario para ahuyentar los fantasmas del golpe ha sido maná providencial. Los estertores de junio se han evaporado, el viaje a EE.UU. lo tonificó hasta alentar propósitos de reelección. No vayamos a pensar que desvaría; su popularidad creciente a pesar de las recurrentes estridencias carcelarias, se refuerza en encuestas que le auguran una victoria en comicios. Su director de barra (léase propaganda) acusa a la troika PSC-RC-CONAIE haberse aliado con el narcotráfico, promover la impunidad de jueces venales y desoír el clamor por la acuciante inseguridad. “Vota todo sí”, como mudito, coro que repite Carondelet desde aquella convocatoria de Febres Cordero, persigue la aprobación de su gestión, más bien opaca, como todo referéndum.

En la esquina opositora predomina el rechazo sin otra razón. “A Lasso dile no”, también como mudito, sin debate ni basamento. Sobre sus adalides pende el sambenito de diluir los reclamos populares en lodo cenagoso. Gary Espinosa concibe el estado con fantasía pueril y exige, entre altisonantes amenazas, que su cartita de Papá Noel sea satisfecha sin límites. Ayer tres mil, hoy cinco mil, mañana diez mil dólares como cota para los créditos dados de baja, transitan la demagogia para irrumpir en la sapada, su nombre incluido en la veleidosa exoneración.

Iza abona por la tesis gobiernista. Pretende desmantelar la policía que persigue al luchador social en lugar de hacerlo por reiteradas… ¿algazaras? (tan alegre él). Confunde con cinismo paquidérmico delito con persecución política; leyes con revolución; proyecto político con administración pública. Obtuso ideológico, no encuentra para la ola gansteril otro origen que el arribo de Lasso a la primera magistratura. Maniluvio ponciopilatesco, niega la consulta apuntando que ella no podrá transformar el país (no descubre nada), mientras pontifica que solo la oxigenación de la clase política redimirá a la nación, señalando al espejo: él representa esas dos moléculas de oxígeno en nuestro respirador. Mariateguista-leninista, como estrategia se halla empeñado en “acentuar las contradicciones del sistema”, para lo cual precisa desmantelar el estado (¿burgués?), su policía, neutralizar la justicia, permanecer en la pugna, escocer la paz ciudadana…     

La posición del correísmo desconoce el misterio: al morador del ático solo le interesa la impunidad. Su rebaño sin pastor divaga en el etéreo como alma perdida, atónito frente a aquellos ocho acertijos, desbarrando respuestas. La acusación que los vincula con el narcotráfico no rebasa la fustigación de barricada, pero su reacción iracunda y deslavazada constituye confesión de parte cada vez que sus jueces saltan como canguil al sobreseer delincuentes. Porque en su ambición de controlar la judicatura que allane el regreso del reo, montaron el sainete Zafaronni, corro danzante de peleles en torno al poder transado en favores. No los señalen, se delatan solos.

La receta es socialcristiana. Raúl Baca Carbo será recordado por haber declarado que su partido, la ID, gobernaría desde el congreso. Febres Cordero le “hizo un toque” enviando los tanques al Palacio de Justicia, impidiendo la instalación de una corte espuria. Desde entonces quedó claro que controlar la justicia tiene carácter de botín. Nebot lo aprendió: el partido sigue el trazo sinuoso de favorecer ese presupuesto y ondula como veleta al viento que sopla.       

El deporte tiene propósito de llevar las alegrías del triunfo a sus afines. El sentimiento de la felicidad que lo justifica todo, legitima que “cambiemos” de país para alentar a los que cobija otra bandera o condolernos de su fracaso. El propósito del gobierno es mantener la paz, propiciar la dicha de los ciudadanos, resolver sus disputas. Nuestro partido se llama país, se llama democracia, esa hija de la libertad. Todo “si”, todo “no” ofende la ciudadanía, agrede nuestra dignidad. Pensamos solos; gracias.    

No aceptamos la satisfacción de sentidas aspiraciones con diligencia que den lugar a la rapiña. Merecemos paz, seguridad, las que provienen del control público tanto como de las instituciones. A ello ha renunciado la inoperancia de un congreso ensimismado, obsecuente con sus consignas, sordo al pueblo.

En la contienda deportiva, el rival derrotado se elimina, pero la victoria no trasciende. En democracia la tesis que favorece el voto está obligada a respetar las reivindicaciones del oponente. De una cartilla depende el azar. De una papeleta, nuestra voluntad.  

Foto: laaficion.com

Jugamos el partido de la democracia. Que no nos ofendan, no nos agredan: podemos discernir sin ayuda.

Puntuación: 1 de 5.

MALA TOS TE NOTO, JOSEFINA

Tuve mucha suerte de haber estado en los campos pero, sobre todo, de haber sobrevivido.

Alexandr Solzhenitsyn

La borrasca terminó. Las olas embravecidas que amenazaban hundir la nave de la república se han retirado; los vientos que azotaron las jarcias, no arrebujan más en torno a los mástiles. Pero la promesa de una mar en calma no consta en bitácora. Todo es incierto, desde la firmeza del capitán a la confianza de los marineros, pasando por la traidora mesnada de nubes que amenazan con volver cada vez y cuando las arrebañe un demiurgo frenético, desbocado, pernicioso…

Millones más, millones menos, Ecuador perdió 18 días de producción, retrocedieron las proyecciones de crecimiento para el año, se inflamó el riesgo país, se postergaron inversiones. La planificación del año por una alcantarilla aposenta la recesión, posterga la reactivación.

El ciudadano Presidente se permite afirmar que el intento de sacarlo de Carondelet fue financiado por el narcotráfico y aporta, por toda evidencia, un ejercicio de cálculo mental de nivel primario y su menguado crédito. No mucho que digamos. Mientras sienta a las mesas de diálogo a sus representantes, la realidad golpea inmisericorde: la plétora de declaraciones contrasta con el escalofriante nivel de ejecución del presupuesto ministerial, nunca tan mini. Traje del emperador para un gabinete inepto, improvisado naipe de personajes posando egregios e insulsos.   

Así mismo, el perpetrador de la asonada deslinda la violencia: no la vio, no la dispuso, ninguna responsabilidad tiene de ella: por decisión propia, es víctima. Incompatible con la crónica que lo desmiente: centurión o escudero, la guerrilla urbana lo acompaña desde octubre de 2019 actuando a su sombra, bien por propia mano, bien bajo el pulso de sus aliados, aparece y se esfuma al unísono de sus soflamas. Risible incoherencia del padre de un texto doctrinario, reputado de atribuible lógica. La rocambolesca estrategia de las negaciones por las que el victimario se ofende, por las que la historia ha puesto en sus manos, por arte de predestinación, el arma que blande. Éxito en la industria conspirativa, en “El juego de los infiltrados” las fichas poseen la ubicuidad del comodín: destruyen plantaciones, riegan el ordeño, pisotean la cosecha, bloquean vías y agreden ciudadanos no importa el número que salga en los dados. Tienen la delincuencia por excusa, la impunidad como escudo. 

En ponerle rostro a los culpables estriba la acción de la justicia porque la situación bascula entre dos irreconciliables cosmovisiones: el estado o su desaparición. El control, la paz, el trabajo… o el conflicto, la zozobra. Estipuló Thomas Hobbes para el acuerdo social que convierte un conglomerado en nación, como primera responsabilidad del monarca o la asamblea dirigente, que el ejecutivo garantice la seguridad de los asociados, de los concurrentes a este acuerdo llamado Estado, de ser necesario mediante el uso de la fuerza.

El gobierno actuó con prudencia en todo momento. Aunque el clamor de las ciudades le conminó a reprimir en extensión y contundencia la guerra no declarada, habiendo podido hacerlo, guardó el arsenal y recibió las acometidas como caballo de picador en ruedo taurino. Incomprensible, señaló el gobierno, cuando no había motivo; el año anterior se arribó a acuerdos. El precio del combustible quedó congelado desde entonces, particular que denuncia cuál es el proyecto del cacique; conspirar bajo cualquier pretexto.

La estrategia se planificó como una sucesión de provocaciones a ser ripostadas mediante una escalada violenta. Desde el primer día, los desmanes echaron por tierra cualquier viso de manifestación pacífica: no reparó en bloquear vías por la fuerza e imponer su decreto. Las declaraciones de la cúpula denunciaron el móvil: “… no queremos llegar a ningún diálogo… (queremos) sacar a Lasso, cueste lo que cueste” expresó Salvador Quishpe; las demás voces recitaron el mismo estribillo. Quishpe admitió el posible error de 2019; haber puesto como objetivo la derogación del decreto de las gasolinas fue insuficiente: debieron derrocar a Moreno. El golpe era la versión corregida.       

¿Quién ganó la partida? Los movilizados regresaron a casa con dos de los diez planteamientos sancionados directamente y de forma parcial: su objetivo militar no se consiguió. En la refriega, el gobierno apeló al desgaste de los manifestantes, aun a costa de un alto precio político; en los años venideros será inviable implementar los giros de timón que apuntaban a reformar la constitución tanto como a suprimir esas inmundas instancias del legado correista. Contemplaremos un cuadro de tonos grises, de incapacidad para marcar una agenda acorde a los lineamientos originarios. Recibió una cátedra de sangre de la que debieran tomar nota aquellos empeñados en irrumpir en la palestra: no es posible gobernar en democracia sin las estructuras del poder real. El gobernante que llegue sin base popular, sin cuadros para la legislatura y/o ejecutores de gestión idóneos, está condenado a la monarquía en su sentido etimológico: gobernar solo, absurdo de bulto en las repúblicas modernas. No alcanza con ganar la elección, debe decirse al espejo el cautivo de Carondelet. 

Aun perdiendo, la CONAIE posicionó en la opinión pública una cabeza de playa: ellos representan la revolución. Una que actúa contra el estado, conspira incesante y niega la democracia. Que no critica, cuando la crítica es contribución, cuanto socaba el sistema político.

Tómese la encuesta de CEDATOS en la primera semana del paro: a nivel nacional, contaba la movilización con una aprobación de poco más del 50%, aunque el 70% reprobaba los usos de los manifestantes para expresarla. Si leemos del envés, el 30% de la población del país fue favorable tanto al paro como a la violencia. 

Dicha facción de ciudadanos admite el terror político al conjuro de la revuelta popular; aquel es el medio, esta lo valida. Allí se origina el aplauso entusiasta de ciertos quiteños cuando pugnaban por acercarle su mano o llevarse una foto del protagonista que se retiraba en olor de multitudes, como falderillos que lamen el foete que los flagela. Bien dicen que los pueblos sienten debilidad por los bribones.

Erich Fromm desarrolló clarividente un capítulo dedicado a “El carácter revolucionario”[1], definiéndolo en relación con la obediencia y la desobediencia. Una y otra, dialécticamente vistas, no se contradicen; se definen en relación al objeto al que responden afirmativa (obediencia) o negativamente (desobediencia). El revolucionario se ha emancipado respecto de una religión, una ideología… de forma que se convierte en ; “un humanista en el sentido que siente en sí mismo a toda la humanidad y en que nada humano le es ajeno”. En esencia, conlleva el espíritu crítico para decir “No” en su escepticismo y ser hombre de fe, pues cree en aquello que existe potencialmente aunque todavía no ha nacido.

Es preciso, para abarcar cabalmente el concepto, desvelar que NO ES revolucionario. Así, no es revolucionaria una persona que participa en revoluciones, aun cuando haga parte de ella sin involucrar sus sentimientos. Pruebas al canto: la movilización de comunidades enteras bajo la amenaza de la penalidad pecuniaria o el escarnio de la justicia indígena.

No tiene carácter revolucionario cualquier rebelde, entendido como tal el narcisista resentido contra la autoridad en busca de aceptación o aprecio, dispuesto a transar su combatividad por la prebenda, capaz de trocar los denuestos en loas.

Tampoco tiene carácter revolucionario el fanatismo. Este idolatra la causa o la doctrina de modo que, al someterse a sus postulados, halla un sentido vehemente en la vida; encuentra la identidad anhelada haciendo de este objeto su absoluto. Las metas trazadas, los lemas e insignias esgrimidos por sus confalones han sido propicios para regímenes autoritarios, erigiendo nuevos amos para despotismos de viejo cuño.

Para completar este perfil, Fromm analiza el carácter autoritario. Este conlleva una simbiosis sado-masoquista en que la persona autoritaria arrastra a sus seguidores en procura de satisfacer sus deseos de fuerza e identidad. En esta simbiosis, ser parte de algo “grande” infla la personalidad de uno y otros, resultando, cuando esta personalidad accede a estructuras de autoridad, un sistema que exige pleitesía, que funde en el personaje autoritario las virtudes del conglomerado que dice representar.

Comparar los peores regímenes autoritarios con este identikit conduce a dos conclusiones. La primera, que basta un rasgo de estos para pergeñar indeseables tiranías con su estela de terror y de tristes, extensos períodos de criogénesis, donde libertades y derechos duermen un sueño hermanado con la muerte. La segunda, que un sinnúmero de personajes contemporáneos cumplen los requisitos.

Acostumbrados a oler cinismo, aunque se ofrezca en copas nuevas, percibimos la fetidez del dudoso amanecer contenido en el neo-comunismo latinoamericano. Ínfulas de un discípulo de Marx, al uso del Manifiesto, vaticina el futuro del pueblo ecuatoriano al son de los acordes mariateguistas. Cabe interpelar a quien vende la bestia de orejas, garras, patas y piel de endriago del por qué esa bestia ha de ser, bajo sus riendas, paloma de paz y campos de verdor. ¿Basta decir que el Ecuador es otra realidad para exorcizar el sendero de muerte en el discípulo de Abimael Guzmán? ¿Es acaso un moderado? No. Escupe en la historia que, a la vuelta de 100 años de terror rojo, cargó en su haber 100 millones entre los asesinados y muertos de hambre (¡los dejaron morir de hambre!) de esta nefasta receta para vivir sometidos.

El estado tiene la obligación de devolvernos la fe en la democracia. Advirtiendo el peligro de muerte que la acecha. Postergando la deuda. Dando oportunidad a las mayorías, propósito que demanda un sostenido y mayor gasto social, con entidades que sirvan de manera oportuna, eficiente, íntegra.

El Ecuador requiere un liderato valiente que postule como única manera de acceder al poder aquella validada por las urnas; capaz de enseñarnos a desconfiar de ese poder porque “puede matar, obligar y hasta pervertirnos”[2]. Un ejercicio que sepa advertirnos de las revoluciones sangrientas, donde se entra por un tobogán y se sale por una escarpada pared de penurias y riesgos.

[1] Erich Fromm; La condición humana actual; Ediciones Paidós ibérica, Barcelona, España, 1986.

[2] Erich Fromm; ibidem

Puntuación: 1 de 5.

LA VIOLENCIA SAGRADA

Mi padre solía decir: no levantes la voz… mejora tu argumento

Desmond Tutu

Cuéntase que Dwight Eisenhower presidía un consejo de estado, una de esas reuniones con sus expertos en Latinoamérica, haciendo recuento de los aliados de la potencia en procura de alguna votación favorable al interés norteamericano. El recorrido no podía ser más tétrico: regímenes obsecuentes, militarones que ascendieron por la ruta del golpismo (las más de las veces merced a los desembarcos, bombardeos y cañoneos del ejército norteamericano), prestanombres dispuestos a aparecer en escena sabedores de la mascarada funambulesca que protagonizaban, tontos de la legua. Frente a semejante espectro de ineptitud, Eike habría exclamado: “¡Pero todos estos son unos bastardos!”, a lo que uno de los asistentes ripostó de inmediato: “Sí, señor Presidente; pero son ‘nuestros’ bastardos”.

Cierta o no, esta anécdota mítica despliega filigranas en la enemistad que ha cosechado el imperialismo entre los pueblos al Sur del río Grande. Más allá de los versos de Darío, de ese romántico ensayo del Ariel de Rodó, palpita en la América no sajona la certeza de haber sido dominados por nuestras debilidades nacionales tanto como por la fuerza del adversario común. A pesar de la cultura, de los vuelos intelectuales que atraviesan a los cuatro vientos estas naciones, conformamos un conglomerado donde la volatilidad de las instituciones conspira contra la estabilidad creativa y la paz, sintomático de las repúblicas bananeras retratadas en el coloquio de marras.

¿Qué nos malquista secularmente con la nación de las barras y las estrellas? La confrontación no es reductible a cierta propensión de odiar per se, mucho menos al resentimiento o la envidia, cuanto a la necesidad de contrarrestar el poder que oprime desde la violencia. Es indigno vivir con miedo. Con ese fundamento se opone la capacidad aglutinante del número a la pisada del golem; se alzan millones de voces. La violencia, cuya especificidad es la capacidad instrumental, impuesta desde su condición militar de potencia emergente en el siglo XIX y refrendada a partir de la icónica explosión del Maine en el puerto de La Habana, es el punto de ruptura en esta relación irreconciliable de cuentas pendientes con la historia.

Ecuavisa: captura de pantalla

Igual génesis tienen los movimientos sociales, originados en los postulados liberales más rancios, cuáles son los de la libre asociación. En ellos se legitimaron los gremios artesanos y luego obreros; en ellos los movimientos campesinos, cuya expresión entre nosotros es la CONAIE. Por este motivo resultó instructivo escuchar las propuestas que llevó al programa de Ecuavisa¹ su presidente, Leonidas Iza. Les proponemos inteligenciarnos de su argumento.

Diego Ordóñez, su contertulio, endilgó graves acusaciones sobre la instrumentalización de las movilizaciones al marco teórico que Iza sostiene em su libro, y este no negó. Adquiere relevancia interpretar esta afirmación: “La violencia empleada contra los que oprimen masas enteras de trabajadores, la violencia a favor de millones de seres explotados, nunca, jamás será mala; esa violencia es sagrada”     

En auxilio de la deconstrucción de esta falacia, traigo a colación el estudio que realizó la pensadora Hanna Arendt² quien vincula la violencia a la “categoría medios-fin”. Aplicada a los asuntos humanos, “siempre el fin está en peligro de verse superado por los medios a los que justifica y que son necesarios para alcanzarlo”. Resuenan en trompetas apocalípticas las ominosas horas del terror que en el mundo han sido. Rondan Robespierre y la guillotina, los gulags y las fábricas de muerte. Iza desdeña milenarios tratados sobre ética, cristianos y greco latinos, que sostienen estrictamente lo contrario.    

Arendt amplía el desglose de la problemática al afirmar: “Cuanto más dudoso e incierto se ha tornado en las relaciones internacionales el instrumento de la violencia, más reputación y atractivo ha cobrado en los asuntos internos, especialmente en cuestiones de revolución”. La derivación maoísta, su teoría “según la cual el poder procede del cañón de un arma”, rompe con Marx, para quien las contradicciones inherentes a la sociedad capitalista, no la violencia, preludiaban su fin. Marx comparó este advenimiento con los dolores del parto, pero descartó como causa la violencia.  

Arquitectura post revolucionaria; La Habana, hoy. Foto Tweeter

El maoísmo nutre la heterodoxia marxista; para los augures del hombre nuevo tiene importancia menor y ninguna. Reparemos en dos implicaciones que invalidan esta edificación. La primera, que la sociedad ilusoria de productores libres, que debiera liberar las fuerzas productivas de la sociedad una vez extinguidas las relaciones capitalistas, prevista por los padres del materialismo dialéctico, la que Iza invoca “como una posibilidad de real transformación de este país”, no han tenido lugar en latitud alguna desde su irrupción ese octubre de 1917, que era noviembre. En segundo lugar, porque cualquiera sea la fase en que admitan esas revoluciones encontrarse, el estado de esas fuerzas productivas, consecuencia de la ciencia y la tecnología, no resultado de declaraciones teóricas, no las han potenciado ni procurado un mínimo bienestar o nivel de consumo para sus ciudadanos, sino reculado en todos los países que han padecido una revolución.

“El comunismo nunca concibió más tribunal que el de la historia -dice Furet- y resulta que ha sido condenado por la propia historia a desaparecer”. Lo sentimos mucho: la vida, pertinaz, obra así.

Inadmitimos las expresiones que llaman a callar al líder. El perfeccionamiento de toda libertad pasa por garantizarlo a todo ciudadano, más siendo portavoz de un conglomerado. Se alzan voces pidiendo proscribirlo; lo consideran enemigo público, elemento disociador, peligroso demonio. Reafirmamos todo su derecho a decir y hacer, como hombre libre, cuanto crea conveniente a su persona y comunidad. Le recordamos, nada más, los límites de la ley. Ley facultativa, ella sí, para monopolizar la violencia en nombre de la sociedad, expresión del principio de soberanía, invocado por los socialistas o que se dicen tales.   

Le recordamos que transgredirla es delito. Como es delito promover la violencia, no se diga ejercerla en nombre de nada ni nadie, por respetable que sea. Y le recordamos al estado que está obligado a aplicarla, por representativo que el transgresor sea.

Iza tiene derecho a equivocarse en lo grande y lo pequeño. Como relacionar el incremento de un punto de inflación a la pérdida de 48.000 empleos. Vínculo no causal pues, inversamente, contener la inflación serviría para recuperar 100.000 empleos, pero tener una inflación de 0% dejaría en el desempleo a los 400.000 que lo demandan. O aquella otra de que el campesinado subsidia “del 40 al 60 % de lo que significa la producción real en el tema económico”, inválida desde el hecho de recibir una retribución o de confundir subsidio con cadenas de intermediación y desproporcionar la realidad macroeconómica.

Aparece convertido en peón de brega del correísmo, actitud no muy sacra. Si apuntase al poder, la vía eleccionaria no le ofrece oportunidades a quien ha hecho de la guazabara un emblema. Iza necesita una revolución urgente en su agenda. Si violenta, mejor.      

Puntuación: 1 de 5.

¹ https://www.ecuavisa.com/politicamente-correcto/que-busca-el-movimiento-indigena-AC949637

² Sobre la violencia; Hanna Arendt, Uno, págs. 12-36. Alianza Editorial, 2013

3 Foto principal: Leonidas Iza. Captura de pantalla. Castigo divino

TOALLAS QUE NO SECAN

La democracia no está ahí por sí sola. Tenemos que trabajar juntos por ella una y otra vez, todos los días.

Angela Merkel

  • 9 octubre 2021

Incompatible con la felicidad del pueblo, en esta era electoral que no democrática, recurren a todo tipo de truculencias los antifaces de la dictadura. La aceptación de estos abalorios sugiere a primera vista un electorado pecador, amén del sentido teológico, por la reincidente actitud de escoger individuos que aterrizan en la política, bien faltos de expediente, bien desconocedores supinos de la teoría, que se alzan con el santo y la limosna. El electorado actúa con dosis altas de pendejismo; ansioso de escuchar soluciones, así sean estúpidas, termina aceptando las ganadoras, entendiendo por tales las repetidas ad infinitum, de corte totalitario, convertidas en discurso único.  

Elegimos para la república a los conspiradores que persiguen aniquilarla. Entre Catilinas y Cicerones, favorecemos a los primeros. Atravesamos el pasillo del supermercado escogiendo las toallas por color o brillo, no porque secan. Porque contrastan con la cerámica, sin reparar en el rizo de sus bucles o su contenido de algodón. Y así nos va… ¿Cómo esperamos resultados diferentes sin mirar las etiquetas?

De forma similar, reclaman “verdadera democracia” los troyanos locales. Aceptamos ese membrete de proyectos que miran codiciosos los totalitarismos criminales del siglo pasado. No hay democracia, necesita repetirse hasta el hartazgo, donde no se garantice pensar distinto, donde el individuo esté debajo de cualquier absoluto homogeneizador, sea de raza, religión, clase social o filiación política. La democracia es el otro nombre del estado de derecho, no la falacia de “libertades y derechos”, porque si la ley no jerarquiza el Derecho, siendo todos ellos homólogos, imponen al titiritero que las sujeta.

Los enemigos de la sociedad abierta de Popper, la democracia liberal, poseen genoma totalitario.

Octubre volverá. Velado mensaje del maoismo mariateguista. Parque de El arbolito. Quito 4 de octubre. Foto Tweeter

En la esquina roja, quienes en octubre 2019 intentaron la subversión y responsabilizan de su sangrienta algarada al gobierno. Que tiraron la piedra y escondieron la mano, confundiendo inocencia con impunidad. Aquesta les otorga patente para desafiar al Estado, exigiendo avieso sometimiento a su línea doctrinaria. Suman a la reciente declaración de oponerse a todo proyecto legislativo la negativa al diálogo, vieja maniobra de opimos réditos si viene acompañada de un liderazgo incontrastable. Naufragio inminente cuando la cabeza arroja hedores de confrontación, la tiñen manejos indelicados desde la legislatura o cohonestan la incalificable invitación a robar. Cuentan con el guiño del correísmo, que los “armó” entonces y los aúpa ahora. Su fuerza organizativa, piensan estos, reemplaza ventajosamente las Legiones Sanducheras, diezmadas en el tupido bosque de sus delitos.  

El indigenismo mariateguista, dispuesto a ser incordio de una democracia construida con ellos, sustituye el discurso de Pérez por “Agua” con el de Iza por “Gasolina” y poco más. Ni su fracaso con Gutiérrez, con Correa, o la monotemática propuesta social arredra a sus adeptos que demuestran ser, más que fieles, disciplinados como una milicia.

La dirigencia es consciente de su poder y de la intencionalidad de sus acciones; no hay azar en sus movimientos. El ardid de acudir a palacio pacíficamente, mientras amenaza repetir aquel aciago Octubre, no contempla el recato: implica provocar, procura desestabilizar. La acción corrosiva de los “Pandora Papers” hace su labor de zapa, al grado de resucitar la mínima relevancia del candidato perdedor reclamando el poder como si fuese una indemnización. Les sirve para reforzar la labor obstructora y “luchar contra el neoliberalismo” puesto que, al afectar el prestigio presidencial, aleja la muerte cruzada y la posibilidad del referéndum.   

Están convencidos de ser el brazo armado de una idílica revolución. Allí esperan: acechantes, emboscados, anhelantes. El mensaje transmite su disposición a incurrir en el costo de una, sabedores que esa patraña equivale a guerra civil, siempre, al precio del dolor y la muerte de otros, un “otros” que alude al supuesto enemigo, pero involucra a los fieles que muerden el anzuelo de la cruzada.   

Captura de pantalla: facebook de Skull Force. Con video.

En la esquina azul, apropiados del biensonante reclamo de justicia, otra forma de erigirse en jueces de la moral pública, siniestras Sociedades Secretas1 guisan el llamamiento armado. A todas luces, se trata de un proceso de reclutamiento de connotación militar que remonta en el tiempo a un inicio incierto, de reciente data o de orígenes más remotos, donde reivindicaciones supremacistas se entrelazan con consignas apocalípticas, configurando un inconfundible discurso de odio que repugna.

Sólo de su ancargélica predestinación puede esperar la Patria la salvación de los males que “Skull Force” señala como causantes de la crisis nacional. Solo su espada flamígera, reputa, está llamada a extirparlos: liberará al Ecuador de pederastas, jueces venales y tinterillos, que escudados en los Derechos Humanos sueltan delincuentes. Exigen el uso de las armas para “hacer justicia por mano propia”.

¿Dónde arrumaron estos vestiglos los libros de historia? ¿Dónde enterraron los miles de años de civilización que nos preceden? No les preguntemos por leyes; no mencionemos en su delante los 3.700 años del código Hammurabi o los 2.500 de las leyes de Solón y Licurgo. No preguntemos por Leviatán, vayan a remitirnos a alguna remota república caucásica donde aposentó la Bitinia romana. Esta horda cavernaria propone retornar al “Far West”.

Hubo un bausán que trianguló armamento para la guerra de Irán y desvió esos embarques hacia la “Contra Revolución Nicaragüense”. Palafrenero de ese cowboy de opereta que fue Reagan, Oliver North estuvo presto a sacrificar su carrera militar en lo que entendió como un acto de patriotismo. Delincuente confeso, hoy preside la Asociación Americana del Rifle, importante instancia del poder real cuyo poderoso lobby financia principios, por así llamarlos, emulados por estas huestes criollas. Un robusto sargentón en traje de fatiga y carga completa, vocifera consignas patrioteras; quizás aspira a la misma recompensa.

No les falta la expresión macartista de perseguir al socialismo y al comunismo, de aniquilar ese enemigo cuando el ciudadano despierte a su llamado, antinomia del postulado democrático de tolerancia a las ideas ajenas, caza de brujas ¿Clausurarán la universidad que los estudia? Ni siquiera plantean que el dudoso “derecho” a portar armas entraña la advertencia de Hobbes y de estudios modernos, como del economista David Hemenway², que van en el mismo sentido. Las armas solo aseguran una sociedad más violenta, mayor siniestralidad, falsifican la defensa propia pues aumenta las tasas de suicidio o se usan, de “preferencia”, contra la propia familia. 

Todo en ellos es rocambolesco. Desde la mal disimulada alusión a los cuerpos de élite de la Gestapo (Totenkoft= Skull Force= Fuerza calavera) hasta la inspiración fascista de raigambre militar que evidencia, en las Fuerzas Armadas, su extendida filiación con esa nefasta ideología.      

¿Usted quiere aportar a la democracia ecuatoriana? Empiece por denunciar estas páginas inmundas que destilan las peores excresencias humanas. Permanezca alerta: el Ecuador merece algo mejor, equidistante de ambos perniciosos extremos.

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1https://www.facebook.com/1922626857978093/posts/2967766993464069/?app=fbl

²https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-46206760

CLAROSCUROS: LASSO A LOS 100 DÍAS

Una gran democracia debe progresar o pronto dejará de ser o grande o democracia

Theodore Roosevelt

Elba, la isla que sirvió durante un corto tiempo de extrañamiento al emperador de los franceses, tiene una extensión de 27 km en su eje Este-Oeste. Un territorio de origen volcánico que cabría entre Chillogallo y Carcelén: lo que abarca nuestra vista desde el Itchimbía o desde las altas agujas góticas de la Basílica del Voto Nacional.

Napoleón evadió la vigilancia de sus celadores franco-ingleses en marzo de 1815. Desembarca cerca de Antibes y emprende la marcha triunfal, al mando de una esmirriada tropa de fieles. Hace su entrada en las Tullerías el 20 de ese mes e inicia lo que se conoce como los “Cien días”, período que concluye con la segunda y definitiva abdicación, el 22 de junio de 1815, a raíz de la derrota de Waterloo.

No sabría precisar si el origen del período de gracia que las democracias occidentales conceden por tradición al nuevo gobierno es este. Un período en que se acallan las críticas, se postergan las protestas y se permite al nuevo régimen asentar sus cuadros, tomar control de las manijas del poder, nombrar a sus colaboradores menos próximos y adentrarse con propiedad en el ejercicio administrativo. Desconocidas razones han concebido este lapso con semblanzas de luna de miel, apartada de la confrontación política, en que el país conoce al esposo. El período resulta suficiente para perfilar las líneas maestras del gobierno, el futuro de sus promesas, el veneno de sus perfidias. Venga a colación los ejemplos de dos de ellos, bastamente conocidos por la historia.

La revolución cubana entra en La Habana el 1 de enero de 1959.

-Erige presidente al ciudadano Manuel Urrutia; lo depone el mes de febrero, para nombrar a Oswaldo Dorticós, muñeco de plastilina en manos de Castro.

-Había precedido esta defenestración la renuncia del primer ministro Miró Cardona quien denunciaba un poder paralelo entre el gobierno de opereta que armó Castro en Sierra Maestra, materializado en Urrutia, y el del ejército rebelde. Fidel asume el cargo vacante y monta el escenario de una renuncia a la cual responden “espontáneas manifestaciones populares de adhesión” exigiéndole tomar el cargo y deponer a Urrutia. Violenta la Constitución de 1940, que se suponía vigente, y unifica bajo la condición de Premier las facultades de hacer y ejecutar las leyes, a las que suma su titularidad de las Fuerzas Armadas.

-Se decreta la ciudadanía por nacimiento para Ernesto Guevara, habilitándolo para desempeñar funciones públicas.

-En la provincia de Las Villas se producen tomas de tierra que los responsables rebeldes se niegan a reprimir.

-Para el 3 de marzo, se interviene la compañía de teléfonos y tres días más tarde los autobuses metropolitanos. El 10 de ese mes se rebajan por decreto los alquileres en un 50% y de inmediato se hace lo propio con el valor de las medicinas.

Examinemos el ascenso de Hitler a la cancillería alemana. Sin remitir el origen del régimen nazi al período posterior a la muerte de Hindenburg, cuando existe todavía una república, y a pesar de ella el nazismo arrambla otras instancias del poder. 

-Al día siguiente, se disuelve el parlamento alemán y se convocan nuevas elecciones.

-El incendio del Reichstag (27 de febrero), atribuido a los comunistas, propicia la detención de muchos de ellos, así como la suspensión de toda prensa de orientación socialista.

– Los nazis obtienen el 44 % de los votos totales en las elecciones (5 de marzo). Se alían momentáneamente con otros grupos políticos y consiguen una frágil mayoría. Acto seguido, el Reichstag le otorga plenos poderes por un período de cuatro años (24 marzo).

-Una semana después, sin mediar elecciones, se reforman los Parlamentos regionales, con representación partidista en la misma proporción del Reichstag. Los gobiernos estatales son suspendidos y remplazados por comisarios nacionalsocialistas.

-Para el 2 de mayo, se disuelve las asociaciones obreras, a las que sustituye el Frente Alemán del Trabajo.

Luego de ejemplificar estas dictaduras arquetípicas, que tantos émulos han tenido, resulta inadmisible conceder a ningún gobierno, por legítimo que su origen sea, alguna tregua. Como mínima medida de salud pública; porque el poder se ejerce desde el primer día y toda precaución es insuficiente. Cruelmente, ha sido el lapso aprovechado por los zapadores del sistema republicano para desmoronarlo.

Lasso ha acertado, validándolo el reconocimiento popular, con una campaña de vacunación meritoria. Han quedado desairados los matemáticos del pesimismo; rechinan los augures del fracaso. Relegados al olvido, yacen cuatro millones de inexistentes vacunas argentinas que buena falta hacen a ese noble pueblo. Avanzamos en el combate del flagelo, con la esperanza de poder situar esta prioridad por sobre el escepticismo, pues bien vale una misa. No importan los medios: el gobierno debe imponer como supremo valor alcanzar la inmunidad a toda costa y exigir el Carnet de Vacunación en breve.

La felicidad no puede imponerse, la ley sí; toda forma de coacción para precautelar la salud ciudadana ha de recibir la sanción de obligatoriedad, tal cual si estuviésemos en guerra.  

Ha acertado en abrir el país al mundo. El anuncio de su triunfo electoral repercutió en el desplome inmediato de los indicadores del “riesgo país”, lo cual significa poder obtener créditos más baratos. En la misma senda están encaminados sus encuentros con los mandatarios de la zona, particularmente los de la rivera pacífica, que pronostican un pronto arribo del Ecuador a la Alianza. Acaba de anunciar U$30.000 millones en inversiones directas para el cuatrienio venidero, provenientes del sector privado; modesto si se comparan con otras economías regionales, pero varias veces superior a lo que el correato captó en catorce años.

Las sombras provienen del predecible desmantelamiento de la legislación laboral. Contiene elementos diseñados para ahuyentar la inversión y obstaculizar, pero a la vez significa la última barrera de los sectores vulnerables, el bastión que ha impedido a cualquier pelafustán llegar al país como a territorio de conquista y atropellar al obrero como en los peores episodios del capitalismo. A pesar de ella se cuentan atropellos (abundan entre las concesiones chinas), ¿qué ocurrirá sin ella? Sin restricciones, el capital reeditará secuelas de explotación y miseria; hay que controlarlo. No podemos esperar su buena fe donde no existe filantropía, solo intereses.  

Suprimir la ley de herencia tampoco es plausible. Los impuestos distributivos, mentores de la ley, quedan a merced de un mercado, incapaz de asignarlos frente a intereses empeñados en acapararlos. Dos fenómenos, que se niegan mutuamente, amenazan convertir al país en una sociedad más injusta e inequitativa. Elevar la producción, si el fruto de ese crecimiento beneficia a pocos, equivale a tener una sociedad espectadora del despojo. Abrir el dique de la acumulación no es crear oportunidades; es monopolizarla en las manos de quienes las han tenido siempre. ¿Qué ofrece en compensación? ¿Palmaditas en el hombro?

Del discurso de asunción al mando rescataría cuando Lasso proclamó: “Seré el presidente, y solo el presidente”. Transitar hacia una consulta popular, peor a la Muerte Cruzada, puede ser estratégico, dado su actual popularidad, pero contradice su postura política inaugural y engrosa el derrotero de esos caudillos a quienes la historia nacional debe sepultura. 

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CON AGUA Y CON JABÓN

… porque hybris al florecer, produce la espiga del error, de donde se siega una cosecha de lágrimas

Esquilo

Se derrotó al silencio. Al miedo, que es su primo hermano. Y, lo mejor de todo, se identificó al origen del odio. Digo más: el odiador por antonomasia quedó marcado y señalado para la historia.

A toro pasado, las huestes correistas cantaron su palinodia sin la necesaria cuota de arrepentimiento ni destello alguno de contrición. Se asieron desesperados a un triunfo que, de antemano, sabían esquivo. Carga su Gerente Propietario las tintas en supuestas equivocaciones de campaña, sin atreverse a develar la verdad: se jugaban al todo o nada en primera vuelta. Si bien el despegue del candidato llegó a distanciarse 12 puntos porcentuales, los adeptos de la secta alcanzaron su techo. Su voto real, comparado con la anterior campaña retrocedió en aceptación 7 puntos, imperdonables en esta contienda donde el alineamiento de las demás tiendas políticas les era previsiblemente contrario.

Esos errores, entre comillas, más brazadas de ahogado que visiones estratégicas, condujeron a su pobre representante a buscar apoyos indeseados. Imprescindibles para segunda vuelta cuando la semántica de los hermanos prófugos hizo maniobras contra el aislamiento del patrocinado, rompiendo el claustro en pos de alianzas con un guiño a la conmiseración del electorado. Acuñaron ese #Apesardetodo victimizándose. Pase incompleto en tanto la presencia del titiritero, lo mencionan las mejores crónicas periodísticas, no desapareció del escenario. Tuiteó, tiktokeó, siguió haciendo presencia, precisamente cuando acceder a los sufragios faltantes aconsejaba “esconder” una figura controversial, repulsiva, un monstruo larvado que despertaría irresistible: el anticorreismo.

En la tragedia griega el conflicto se resuelve mediante el castigo que merece la hybris, la insolencia personificada. No perdió Quito, como dice, por la alianza con Vargas o los devaneos del alcalde Yunda: la perdió en 2014 cuando, estragado de arrogancia, creyóse capaz de revertir un electorado insumiso. Al justificar los sitiadores de la ciudad en octubre 2019, ignorar los desmanes, conspirar ante una eventual caída de Moreno. Porque su muñeco de ventrílocuo no fue capaz de destellos propios en medio de la envolvente sombra de su tutela, ni exhibió más expediente que juventud. Pronto mostró las costuras: se trataba de un niñato, apadrinado desde el despacho presidencial, promovido al más alto nivel por sus dotes de obsecuencia. Promocionaron un sujeto sin prestancia: una sonrisa adocenada, de delicuescentes argumentos, a quien revistieron de ofertas alucinadas, sin relevancia, plagado en contradicciones.    

Los analistas han encontrado otras razones: que no supo aglutinar a la izquierda; que si el contexto de la crisis no se abordó debidamente… El correísmo llevaba el fracaso en sus genes desde el momento que buscó posicionar el “morenismo” de Lasso, pero sobre todo cuando asumió un inédito tono conciliatorio por cerrar la brecha con el país de los otros, de los que agredió, ofendió, persiguió, descalificó… proponiendo un punto final para el odio. ¡Le llovieron meteoritos! Meteoritos en forma de redes sociales; miríadas de contenidos recordaron la humillación de la década infame, del tiempo en que se apoltronaron en el gobierno convirtiéndose en dueños del país y propietarios de la verdad.

Dice José Hernández que todo empezó en Montecristi, cuando Correa imponía a sus horteras la agenda y forma de las leyes que debían expedirse. Cuando les amenazaba con la renuncia y la orfandad si sobrevenía el desdén de sus caprichos “porque él tenía los votos” ¹. Se equivoca Hernández. Clive S. Lewis² explica la dinámica de este ruin sentimiento ejemplificando que “Si le hacemos daño a alguien que nos disgusta, descubriremos que nos disgusta aún más que antes”. Así los nazis “tal vez maltratasen a los judíos porque los odiaban; más tarde los odiaron mucho más porque los habían maltratado”. Si el amor se fortalece en el conocimiento del ser amado, el odio acrece en la ignorancia del otro, en la caricatura y la deformación del enemigo.

¿No fueron “chivo expiatorio” los legisladores cazados a patadas por sus garroteros frente al hotel Quito cuando bloqueó el Congreso? La vil campaña emprendida contra aquellos “payasos” marcaba al enemigo. Sus sabuesos olisquearon sangre y, durante los vejámenes, dieron rienda suelta a su sevicia como quien alivia una comezón. Procedieron con la tranquilidad de saber que el delito estaba justificado y recompensado, a priori, con impunidad. Aquel día el correato pregonó a los cuatro vientos la transgresión legitimada de la ley en tanto favoreciera los bajos instintos del demiurgo. Ese día, quien lo creyera, un pueblo seducido a la barbarie incrementó exponencialmente los adeptos del tiranuelo. Millones de voluntades se regodearon en el desacato, aplaudieron la indolencia policial y festejaron la humillación. Muchos de los que esto leen. Ese día el Ecuador aprendió a odiar en “Mashi style”.

Cualquier agrupación política debe trascender la mera voluntad de un caudillo. Construir una democracia requiere ampliar la propuesta, renovar cuadros, abrir diálogos que den contenido a la abstracta oferta en la empatía popular. La virginidad correista, el puritanismo anti partidos del que hacían gala, falsos como billete de Monopolio, se han desvanecido luego de este pacto Ribbentrop- Molotov con el socialcristianismo. Connubio que emboza los intereses del caudillo por anular las sentencias, usado como moneda de cambio, convertido en chantaje de gobernabilidad, extraviará el sendero de la modernización. Una realidad impuesta pues está perdida, para siempre, la ventaja de 2007: no son novedad. Los reconoce en la trapacería el aforismo sabedor que, al despotismo de antes, sucedió el suyo.

Foto: @bonilcaricatura

Lejos de lavar sus culpas como el muñeco Pinpón, con agua y con jabón, UNES está obligada a resolver la encrucijada de proyectarse a la representación auténtica de las mayorías o precipitarse en un decadente personalismo. Implícito en el slogan de superar el odio estuvo haberlo propiciado. Sus líderes, de haberlos, precisan un acto lustral de reconocimiento y contrición por aquella siembra. La inserción de UNES como partido exige un mea culpa al haber albergado todos los elementos que conspiran con la institucionalidad del país. Incluidos los delincuentes, por supuesto.      

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¹ Así inventó Correa la fábrica de odio https://4pelagatos.com/2021/03/16/asi-invento-correa-la-fabrica-de-odio/

² Mero Cristianismo; C.S Lewis; Editorial RIALP 1995. Es autor reconocido por “Las crónicas de Narnia”

LA ECONOMÍA ESTÚPIDA

El poder que cedes es poder que concedes, el poder que se entrega se reclama con dificultad

John Keane

Muchas carencias tuvo el debate presidencial de segunda vuelta. Vacíos notables, inconsistencia de los tiempos para preguntas y respuestas, protagonismo del dueño de la fiesta… en fin. Los mayores, la ausencia de la cultura como tema y la falta de repreguntas, vetadas quien sabe en acatamiento a qué siniestro interés. Lo cierto es que quedó abierto un boquerón por donde penetran los fantasmas de la incertidumbre, gérmenes la más de las veces del desencanto.

¿Cuántos advirtieron en 2006 el peligro de la república frente a la refundación? Hemos padecido por años la adulteración institucional que representa la astracanada de Montecristi. ¿Acaso no repugna la inoperancia, la estulticia de haber creado un bodrio como el CPCCS, dizque chaperón de la democracia participativa?  Todos esos temas pasaron enherbolados con el discurso arrogante y la sonrisa socarrona de quien gobernaría el Ecuador diez canallescos años. Curiosamente, la refundación constituyente integraba la plataforma de campaña de varios perdedores de entonces: feria de las vanidades donde nadie cede un palmo y todos trepan, impúdicos, al carro del engaño. Legitimando el absurdo si con él se infla el ego personal, que la patraña tiene valimiento cuando engrosa el corso.

CCE. Foto elcomercio.com

Endriago de aquella constituyente, cocida y condimentada en la trastienda de Carondelet, fructífera en aspavientos, propaganda, hipérboles, la cultura no trascendió de rubro marginal del presupuesto. El correato se apropió de todo tipo de manifestaciones; asumió que la cultura es el Estado; que empezaba y terminaba en las magnas directrices de sus visionarias estrategias.

El batiburrillo de muchos capitostes promocionados al efecto contribuyó al desconcierto absoluto. Entendida como comunicación, descalabró los medios incautados; las emisoras del estado, en una aventura sin gloria, despilfarraron recursos hasta la quiebra irremisible de proyectos ilusorios. Entendida como educación, alentó el currículo de adoctrinamiento revolucionario, pautado por la huella caribeña de Fidel, con textos nefastos loando hipotéticos logros del nacional-populismo. Las famosas Escuelas del milenio, las universidades faraónicas, estériles, insuficientes, inútiles para el propósito de elevar el nivel de aprendizaje, capacitar al educando, superar el abismo que nos separa del mundo del conocimiento, van camino de la implosión por el sendero de su esmirriado aporte en la vida nacional. ¡Y el libro!… “en el ángulo oscuro, /de su dueña tal vez olvidado, / silencioso y cubierto de polvo,” diría Bécquer. Las Ferias, otrora hitos culturales, devinieron mustios jardines que lejos de convocar la cultura, la ahuyentaron. Quitaron el apoyo estatal, desde su ratonil mezquindad, a las representantes editoriales que redundan siempre en el éxito de todos. Hoy es im-po-si-ble encontrar títulos relevantes en el comercio. Cerraron los fondos de Alianza Editorial, de Gredos; desaparecieron librerías. Lo recoge las crónicas: en el país es difícil publicar y se lee poco. ¡Catorce años sin mejorar los índices de lectura!

El presidente era sujeto de aparentar erudiciones e incompletas lecturas en pose doctoral, ¿de qué extrañarse?¹.     

Cultura fue otra asignación perdida por el correato. Sus ministros, sumidos entre lo vacuo y vulgar, como aquel rimbombante “Campeonato mundial del encebollado”, o cómplices de ostentosos eventos, como el Festival de Música de Loja, toboganes de su feria del sobreprecio, fueron escogidos entre la hez o las antípodas del quehacer cultural, como cifra el candidato.

Los candidatos. Foto: pichinchacomunicaciones.com.ec

Sobre economía quedaron preguntas no clarificadas. Traduzco libremente a Elena Lazarou¹, a manera de preámbulo. Para la región latinoamericana, dice la analista, “donde varios países se encuentran seriamente endeudados… algunos con limitado acceso al crédito, financiar tales políticas aparece extenuante y dejará huellas en las finanzas públicas para los años venideros… Resta por ver cómo la estanflación de la actividad económica afectará al sector informal, que alcanza en ciertas naciones una porción superior al 50% de la población.” Aclaremos que se refiere a los planes de sustentación del consumo, tales como transferencias directas y compensaciones ante el recorte de ingresos. 

El problema del incremento salarial ofrecido por el binomio de CREO resulta tan cuestionable como la entrega de dinero directamente a las familias del correísmo. La admonición es inobjetable; el dinero no surge por ciencia infusa: todo manejo dadivoso habrá de ser pagado. Para prevenirlo existen los fondos que Chile y Bolivia dispusieron, pero Ecuador dilapidó; ergo, deberemos acudir al financiamiento externo.

Los “socios chinos” (así los llama el candidato correista) saben de garantizar sus empréstitos, lesivos al interés nacional. Al perder jurisdicción sobre el hidrocarburo, ¿dónde queda el soberanismo; cómo “recuperará el futuro” sin administrar el principal recurso del estado? Los supuestos inversores que atraería una economía de reglas claras, desaparecieron de los radares societarios hace 14 años; ¿qué flauta de Hammelin pifiará Lasso para conjurar las inversiones que requiere la economía? Cuando su oferta salarial conspira contra los costos, ¿qué industrial aceptará cargos mayores en la planilla y asumirá riesgos en una economía de baja productividad? La liberalización es un atuendo llamativo que no garantiza novio ni casamiento, pero es indumentaria obligada en las fiestas del FMI.

Unas y otras líneas principales de la oferta electoral transgreden el razonable escepticismo. Equilibrados en cuanto al galimatías, en materia de dolarización, el nacional-populismo tiene mucha tela que cortar. Sus contradicciones espeluznan.

Acaso en su enfebrecida fantasía duermen los recursos con qué sostenerla cuando piensa echar mano del BCE, que custodia los caudales, contantes y sonantes, de los depositantes bancarios (7.360 MM)3. ¿Habrá cambiado de opinión respecto del congelamiento de activos que recomendaba en 2012? Convencido que ella impide la fuga de capitales, la incorporó en su plan de gobierno, donde aparece bajo el eufemismo “Cuarentena”. ¿Dónde quedó el armígero caballero que combatía la banca? En todo caso, será él, banquero bueno, que desde el estado redirigirá “la liquidez a donde requiera la economía, a través de sobregiros, títulos del BCE y dinero electrónico”. En este cuentito, los ciudadanos somos los borricos, incapaces de definir nuestra conveniencia económica. Irracionales, necesitados de su sapiente discernir que dirima, por nosotros, qué hacer con nuestro dinero.

Si la gallina lo pone y con sal se come, eso se llama “congelamiento bancario”. Nos ha creido estúpidos.

Sea cual sea el elegido, sepa que el voto de mayoría a su nombre le autoriza gobernar. Pero no recibe un cheque en blanco; no puede lesionar nuestros intereses siniestramente ni obrar a su antojo en nombre del voto. Permaneceremos vigilantes. No cuenta con unanimidad ni puede aspirar a ella; deberá respetar, siempre, a quienes, desde la otra orilla, tienen los mismos derechos. Y respetar, sobre todo, el período para el que fue electo. Esas son las reglas. 

¹ Roberto Aguilar; estadodeproganda.com; desaparecido.

² COVID-19: What will happen to Latin America’s regional economy?; Elena Lazarou; https://theglobalamericans.org/2020/04/covid-19-and-its-effect-on-latin-americas-regional-economy/

3 Boletín del BCE; Febrero 2021

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UNAS BREVES SOBRE EL VOTO NULO

No hay mayor cinismo que el de aquellos que reclaman para sí lo que nunca han dado

Jorge González Moore

Se puede decir sobre el voto nulo muchas cosas y ninguna. Muchas porque no se ha establecido un estudio o escrito un tratado para comprender sus devaneos argumentales y, por tanto, es material político al que accedemos sin doctrina; pocas porque, en apariencia, se trata de una decisión reservada al marco del fuero personal, sancta sanctorum inaccesible de la individualidad, sobre la cual no gravitan otras jurisdicciones que las del libre albedrío.  

Asunto que podemos tratar desde la intuición, desde las convicciones y percepciones personales, emitiendo nuestra opinión sin tomar partido, aparentemente. El voto nulo reviste la coraza del ejercicio libertario, al uso de Spencer y Mill, los pensadores del individualismo.

Antes de volver sobre ellos, examinemos la legitimidad de los grupos que toman una bandera comunitaria por la nulidad, forman o disponen de un colectivo para inducir esa tesis como alternativa política, aun cuando, como queda dicho, se presume su origen inequívoco en el ámbito reservado a la privacidad del ciudadano. Para el caso vamos a citar los movimientos de Ecuador y México, coincidentes en la coyuntura, que promueven el voto nulo.

Papeleta de voto nulo Foto: primicias.ec

Alentado por Pachakutik, brazo político de las confederaciones indígenas (CONAIE), los dirigentes lo decidieron una vez el resultado electoral no les favoreció para alcanzar el balotaje por la primera magistratura. Sustentada en el articulado de la ley, es una jugada con la intención de anular las elecciones cuando, impugnadas por ellos bajo la especie del fraude, su alegato fue desechado por la autoridad electoral. No lograron sus denuncias verificarse ni lo consiguieron por la vía del cabildeo y de la fallida, e indebida, aproximación a uno de los jueces que debía pronunciarse. Tienen cuesta arriba la vindicta que buscan pues su rol como terceros en discordia en esta definición, no solo les condiciona a obtener un resultado superior al 50% por sí solos sino que, seguramente, buscan fracasar para asumir del previsible desenlace el papel de víctimas.

Yaku Pérez hace la concesión a los dirigentes del ala recalcitrante, protagonista de los desmanes del Octubre negro de 2019, por el fracaso en demostrar el fraude consistentemente. Esa facción reniega de las formas democráticas; discrepa de su fondo y quisiera derruir, vía armada si es preciso, los endebles cimientos que la sostienen. La arrogante pose Pompadour del mariateguismo, un “Después de nosotros el diluvio”, parece la estrategia. Deriva del cálculo partidista, no protestan del sistema sino del favor electoral.

En la vereda mexicana, las posiciones provienen de una visión anarquista. Destacan sus consideraciones orgánicas relativas a los ulteriores beneficiarios de ese voto, a la dialéctica que los enfrenta con el llamado “voto duro”. En efecto, sus adalides¹ reconocen que el voto duro se potencia bajo esta premisa pero, como desplante propio de su argumento, se alzan de hombros de cara al desenlace final: les da lo mismo Chana que Juana.

Este cinismo de carácter público, al que con justeza se indilga irresponsabilidad, es maza medieval claveteada con razones: derecho a no identificarse con ningún partido o liderazgo, desconfianza en la clase política, rechazo a los privilegios que ella disfruta, reclamo por la sordera del estamento ante el clamor ciudadano… Votar, dicen sus voceros, implica fortalecer a los partidos, núcleo de su impugnación. Cierran el programa anárquico consideraciones hiperbólicas entre las que destaca el obsesivo reclamo por el salario de los representantes públicos. No logran, en ningún caso, generar presión ante los partidos para que acepten reformas que “fortalezcan políticamente a los ciudadanos”.

Podemos suponer el nacional-populismo como el caudal en que derivan su corriente.  

La libertad que blande su logos abunda en paradojas. Se corresponde con Hobbes-Berlin, para quienes la libertad es ausencia de impedimentos: el espacio donde calla la ley. La revisión de Skinner², que deconstruye la palabra extendiéndola al ámbito público, habla de un ejercicio desde los actos republicanos, del ciudadano que sale a la plaza y encuentra “en la libertad de todos, la suya propia”. Una libertad fortalecida, audaz, convertida en “valentía, no comodidad” que se experimenta en el ámbito de las responsabilidades asumidas, no de la elusión.

La paradoja de la Libertad, emparejada a la de democracia, llega desde Aristóteles como la negación de cuanto dice representar. Parafraseando al estagirita, podemos en su nombre entregarnos a la esclavitud. Elegir, muy democráticamente, que rija un tirano. Los que votan nulo creen saber que siempre nos equivocamos; en su cobardía, en su narcisismo, se parapetan tras el burladero para señalarnos.

¹ Voto duro vs. voto nulo; José Antonio Crespo; http://ya-nolescreo.blogspot.com/2009/05/voto-duro-vs-voto-nulo.html

² Libertad y valentía; Jesús Silva-Herzog; https://www.nexos.com.mx/?p=14753

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BATMAN Y LA CUESTIÓN DE LOS VALORES CULTURALES

Ignorante a quien favorece la fortuna es enemigo mortal de la sociedad humana

Juan Montalvo

Cuando “dúo dinámico” tenía la connotación de un par de ciudadanos enmascarados que combatían el delito a fuerza de guaracazos, la vida era simple y el chocolate caliente. De la mano de aquella pareja creíamos en la filantropía, adentrándonos en la adolescencia con paso trémulo, conscientes de la fabulación, pero convencidos de que en la vida era suficiente declarar nuestro incondicional apoyo a los buenos para ser felices.

El secreto mal guardado de su identidad generaba la complicidad reservada a sus aventuras, difundidas entonces en dos sesiones de 30 minutos, iniciada los sábados y culminada los domingos, cuando la noche decretaba el recogimiento al hogar. La acogida de la programación, sin registros de audiencia aun, debió ser unánime. Exoneraba la referencia aquel amigo cuya dedicación al piano resultaba incomprensible; los lunes empezábamos por el recuento de las proezas de Batman, indefectiblemente.

De aquella saga, tuvo especial trascendencia un capítulo en que el pérfido Pingüino postulaba su candidatura para la alcaldía de Ciudad Gótica. Ecos de aquel guion reporta la deconstrucción que llevó adelante, veinte y pico años más tarde, el productor Tim Burton llevando al cine como argumento la participación política de un delincuente. Solo que la versión vieja es mejor (para mí que no he visto la nueva) …

En ella, los contendientes por la magistratura eran el héroe, el malhechor y las formas de sus campañas. El Pingüino desplegaba toda clase de truculencias, besando niños, entregando globos y chupetes, montando tarimas con agraciadas jovencitas que bailaban y encantaban, o distribuyendo escarapelas con su imagen: satisfaciendo los apetitos del elector. Batman, de su parte, llevaba una campaña opaca, negándose a besar criaturas “por no contaminarlas” y perdiendo electores que abandonaban su convocatoria para unirse a la parafernalia carnavalesca. La desolación condujo al extremo de mostrar al héroe abandonado de los que un día fueron sus incondicionales. Ante tal escenario, lo previsible era pensar en la derrota inminente. Pero, he ahí el carácter alegórico de la trama, el pueblo volvía por sus fueros y elegía multitudinariamente al paladín.

Véase en este recuento la convicción del guionista por la supremacía de los valores ciudadanos de los Estados Unidos; pensaría en la democracia y la libertad que constituyen para ellos una rábida. Sus monumentos más emblemáticos son la estatua de Connie Island y la imagen sedente de Lincoln que los mira desde la historia, símbolos de esas virtudes. De tarde en tarde, como los conquistadores al imponer el cristianismo, han sometido otros pueblos procurando su enemistad y desprecio, derivación pervertida sin relación con ellas.

Preguntamos por la cultura cuando nuestros actos riñen con la racionalidad de la convivencia, enfrentándonos unos con otros. ¿Qué significamos al hablar de “falta de cultura de nuestro pueblo”? Lo hemos escuchado al buscar explicaciones del resultado electoral.

Batman regresa. Foto: elcomercio.pe

Recomendamos al propósito un ensayo de Gabriel Zaid¹ que desglosa la cronología de la cultura. La palabra, de origen romano, significó la condición personal de adquirir “el nivel de libertad, el espíritu crítico y la capacidad para vivir que es posible heredar de los grandes libros, el gran arte y los grandes ejemplos humanos”, estandartes de la educación moderna. Una posterior definición remite a la ilustración, entendiéndola como el nivel superior alcanzado por la humanidad. El romanticismo desarrolló un tercer concepto, resultante de la “identidad comunitaria que defiende sus creencias, usos y costumbres de la barbarie progresista”.   

El concepto clásico atiende a la cultura en comparación de otras personas; el ilustrado compara sociedades y el romántico encierra un proceso de identidad. Este último “enaltece la cultura popular y los valores comunitarios”, frente al primero que recalca el esfuerzo personal. Según el criterio clásico, la cultura importante es la mía; el ilustrado descubre una gran cultura universal que estratifica los pueblos como adelantados o atrasados respecto de ella; entre los románticos, “todos los pueblos… tienen su propia cultura… y ninguna es superior o inferior”.

Salón de espejos, la cultura distorsiona del conglomerado al individuo. Por rica que esta fuere, no infiere la misma intensidad en cada sujeto. La herencia nacional se percibe diferenciadamente: ¿quién es culto? Zaid apostilla: “Todos nos educamos a todos, pero cada uno tiene que aprender por sí mismo”. La carencia se refugia en esa falta de apetito por ser, por aprender… de quienes se excluyen indulgentes, indiferentes, irresponsables.  

No falta la cultura: así se manifiesta. Alemania, la nación más culta del mundo, engendró el nazismo por inexperiencia democrática. Nunca tuvieron república hasta Weimar. Para los ecuatorianos el sistema no requiere libre prensa, independencia en la justicia, equilibrio de poderes, elecciones traslúcidas y, mucho menos, condiciona la simultaneidad de todas ellas. El elector no hace distinción; en los hechos esta construcción se percibe ociosa y artificiosa. Prueba de ello es el persistente rumor de sables, el obsesivo rasgo autoritario que perfila del candidato: en otras palabras, la dictadura le viene igual.

Al aceptar el ascenso de un transgresor de la ley, delincuente stricto sensu aunque lo justifique la legitimidad del voto, le confiere estatus de normalidad, como a la ringlera de cuanto caudillo trabucó las instituciones anteponiendo el aplauso a la crítica, el fervor a la razón, la aclamación al rechazo, las antipatías al discernimiento. No perfecciona una democracia, la corrompe bajo el sino de la paradoja aristotélica que predijo para los regímenes democráticos su degeneración en demagogia hace 2.300 años.

El ecuatoriano es votante relapso que entiende la democracia como ejercicio de mayoría y eso, precisamente, no es democracia: tampoco tolerancia, protección de las minorías, ni espacio para el disenso.

A sus andanzas por esta cuerda floja concurre un liderazgo mediocre y medios que convocan al micrófono cuanto conspirador contra la república ha parido madre: contabilicen sino la comparecencia reiterada de los coroneles. Compárese el alborozado recibimiento de su indulto frente a la condena a perpetuidad de los alzados contra la democracia española en 1981. Quien no esté libre de estos pecados, …

Lejos estuvo el guionista de Batman en imaginar su nación embelesada por las prestidigitaciones de un zafio, burdo y, sobre todo, antidemocrático como Trump en la cima de la representación pública. Ecuador, habiéndolos experimentado, se dispone permanentemente a entronizar su Pingüino. Al cargador de perros que ejerció como… ¡Ministro de Cultura y Patrimonio! ¿Qué otras cosas ignora este analfabeto cultural a más del himno nacional o el siglo en que Alfaro gobernó? ¿Qué universidad le dio cupo a semejante lumbrera? ¿Qué mentiras dirá de las vacunas el cucañero para remediar la emergencia sanitaria?

Hacen cualquier cosa por tu voto.

¹ http://www.letraslibres.com/mexico-espana/tres-conceptos-cultura

Puntuación: 1 de 5.