CLAROSCUROS: LASSO A LOS 100 DÍAS

Una gran democracia debe progresar o pronto dejará de ser o grande o democracia

Theodore Roosevelt

Elba, la isla que sirvió durante un corto tiempo de extrañamiento al emperador de los franceses, tiene una extensión de 27 km en su eje Este-Oeste. Un territorio de origen volcánico que cabría entre Chillogallo y Carcelén: lo que abarca nuestra vista desde el Itchimbía o desde las altas agujas góticas de la Basílica del Voto Nacional.

Napoleón evadió la vigilancia de sus celadores franco-ingleses en marzo de 1815. Desembarca cerca de Antibes y emprende la marcha triunfal, al mando de una esmirriada tropa de fieles. Hace su entrada en las Tullerías el 20 de ese mes e inicia lo que se conoce como los “Cien días”, período que concluye con la segunda y definitiva abdicación, el 22 de junio de 1815, a raíz de la derrota de Waterloo.

No sabría precisar si el origen del período de gracia que las democracias occidentales conceden por tradición al nuevo gobierno es este. Un período en que se acallan las críticas, se postergan las protestas y se permite al nuevo régimen asentar sus cuadros, tomar control de las manijas del poder, nombrar a sus colaboradores menos próximos y adentrarse con propiedad en el ejercicio administrativo. Desconocidas razones han concebido este lapso con semblanzas de luna de miel, apartada de la confrontación política, en que el país conoce al esposo. El período resulta suficiente para perfilar las líneas maestras del gobierno, el futuro de sus promesas, el veneno de sus perfidias. Venga a colación los ejemplos de dos de ellos, bastamente conocidos por la historia.

La revolución cubana entra en La Habana el 1 de enero de 1959.

-Erige presidente al ciudadano Manuel Urrutia; lo depone el mes de febrero, para nombrar a Oswaldo Dorticós, muñeco de plastilina en manos de Castro.

-Había precedido esta defenestración la renuncia del primer ministro Miró Cardona quien denunciaba un poder paralelo entre el gobierno de opereta que armó Castro en Sierra Maestra, materializado en Urrutia, y el del ejército rebelde. Fidel asume el cargo vacante y monta el escenario de una renuncia a la cual responden “espontáneas manifestaciones populares de adhesión” exigiéndole tomar el cargo y deponer a Urrutia. Violenta la Constitución de 1940, que se suponía vigente, y unifica bajo la condición de Premier las facultades de hacer y ejecutar las leyes, a las que suma su titularidad de las Fuerzas Armadas.

-Se decreta la ciudadanía por nacimiento para Ernesto Guevara, habilitándolo para desempeñar funciones públicas.

-En la provincia de Las Villas se producen tomas de tierra que los responsables rebeldes se niegan a reprimir.

-Para el 3 de marzo, se interviene la compañía de teléfonos y tres días más tarde los autobuses metropolitanos. El 10 de ese mes se rebajan por decreto los alquileres en un 50% y de inmediato se hace lo propio con el valor de las medicinas.

Examinemos el ascenso de Hitler a la cancillería alemana. Sin remitir el origen del régimen nazi al período posterior a la muerte de Hindenburg, cuando existe todavía una república, y a pesar de ella el nazismo arrambla otras instancias del poder. 

-Al día siguiente, se disuelve el parlamento alemán y se convocan nuevas elecciones.

-El incendio del Reichstag (27 de febrero), atribuido a los comunistas, propicia la detención de muchos de ellos, así como la suspensión de toda prensa de orientación socialista.

– Los nazis obtienen el 44 % de los votos totales en las elecciones (5 de marzo). Se alían momentáneamente con otros grupos políticos y consiguen una frágil mayoría. Acto seguido, el Reichstag le otorga plenos poderes por un período de cuatro años (24 marzo).

-Una semana después, sin mediar elecciones, se reforman los Parlamentos regionales, con representación partidista en la misma proporción del Reichstag. Los gobiernos estatales son suspendidos y remplazados por comisarios nacionalsocialistas.

-Para el 2 de mayo, se disuelve las asociaciones obreras, a las que sustituye el Frente Alemán del Trabajo.

Luego de ejemplificar estas dictaduras arquetípicas, que tantos émulos han tenido, resulta inadmisible conceder a ningún gobierno, por legítimo que su origen sea, alguna tregua. Como mínima medida de salud pública; porque el poder se ejerce desde el primer día y toda precaución es insuficiente. Cruelmente, ha sido el lapso aprovechado por los zapadores del sistema republicano para desmoronarlo.

Lasso ha acertado, validándolo el reconocimiento popular, con una campaña de vacunación meritoria. Han quedado desairados los matemáticos del pesimismo; rechinan los augures del fracaso. Relegados al olvido, yacen cuatro millones de inexistentes vacunas argentinas que buena falta hacen a ese noble pueblo. Avanzamos en el combate del flagelo, con la esperanza de poder situar esta prioridad por sobre el escepticismo, pues bien vale una misa. No importan los medios: el gobierno debe imponer como supremo valor alcanzar la inmunidad a toda costa y exigir el Carnet de Vacunación en breve.

La felicidad no puede imponerse, la ley sí; toda forma de coacción para precautelar la salud ciudadana ha de recibir la sanción de obligatoriedad, tal cual si estuviésemos en guerra.  

Ha acertado en abrir el país al mundo. El anuncio de su triunfo electoral repercutió en el desplome inmediato de los indicadores del “riesgo país”, lo cual significa poder obtener créditos más baratos. En la misma senda están encaminados sus encuentros con los mandatarios de la zona, particularmente los de la rivera pacífica, que pronostican un pronto arribo del Ecuador a la Alianza. Acaba de anunciar U$30.000 millones en inversiones directas para el cuatrienio venidero, provenientes del sector privado; modesto si se comparan con otras economías regionales, pero varias veces superior a lo que el correato captó en catorce años.

Las sombras provienen del predecible desmantelamiento de la legislación laboral. Contiene elementos diseñados para ahuyentar la inversión y obstaculizar, pero a la vez significa la última barrera de los sectores vulnerables, el bastión que ha impedido a cualquier pelafustán llegar al país como a territorio de conquista y atropellar al obrero como en los peores episodios del capitalismo. A pesar de ella se cuentan atropellos (abundan entre las concesiones chinas), ¿qué ocurrirá sin ella? Sin restricciones, el capital reeditará secuelas de explotación y miseria; hay que controlarlo. No podemos esperar su buena fe donde no existe filantropía, solo intereses.  

Suprimir la ley de herencia tampoco es plausible. Los impuestos distributivos, mentores de la ley, quedan a merced de un mercado, incapaz de asignarlos frente a intereses empeñados en acapararlos. Dos fenómenos, que se niegan mutuamente, amenazan convertir al país en una sociedad más injusta e inequitativa. Elevar la producción, si el fruto de ese crecimiento beneficia a pocos, equivale a tener una sociedad espectadora del despojo. Abrir el dique de la acumulación no es crear oportunidades; es monopolizarla en las manos de quienes las han tenido siempre. ¿Qué ofrece en compensación? ¿Palmaditas en el hombro?

Del discurso de asunción al mando rescataría cuando Lasso proclamó: “Seré el presidente, y solo el presidente”. Transitar hacia una consulta popular, peor a la Muerte Cruzada, puede ser estratégico, dado su actual popularidad, pero contradice su postura política inaugural y engrosa el derrotero de esos caudillos a quienes la historia nacional debe sepultura. 

Puntuación: 1 de 5.