SABER QUE NOS MIENTEN

“Sabemos que nos mienten. Saben que nos mienten” *

En medio del furor por las capacidades de la inteligencia artificial, llamada a sustituir las barreras comunicacionales con la simpleza de un comando, a eliminar los creativos de la publicidad, independientemente de si el producto procede de la tradicional y orgánica implementación consensual de las mentes involucradas en la decisión o surge de un click, la propaganda del correísmo se anotó un gol de camerino al condicionar la discusión inicial a la imagen elegida para promover al binomio de la secta. Tiernos borregos de peluche asumen el papel de confalones de la insatisfacción por el gobierno de Lasso y llaman al electorado a devolverles el poder.

La candidata tomó de entrada la delantera en las estadísticas, primer objetivo logrado, reclutando con inmediatez adherentes y militantes para la gran marcha hacia Carondelet. La prueba de acidez de su comunicación logrará suficiencia si, y solo sí, supera el techo de la contienda pasada, frustrado por el rechazo al impúdico ejercicio de catorce años que se alzó vencedor.

En este proceso de “empadronamiento”, el correísmo recuenta las huestes que le dieron supremacía en las seccionales pasadas, apuesta porque esa primera minoría pueda convertirse en aquella nostálgica que escrachaba al opositor; reinaba hegemónica escrutando el 35% de los votos mientras ocupaba 70% de las curules; repartía “equitativamente” los recursos para la campaña, pero pautaba cuñas más que todas las candidaturas juntas, al clangor  de los “acuerdos entre privados”, favores pagos de la contratación pública por los cuales la justicia ha proscrito al amado líder.   

O cuando, directamente, apagaban el conteo, trastrocando la votación.

Esa impunidad añorada pretenden revertir con la pueril pelambre de las felpas. Si resulta curioso hayan asumido la condición de borregos, aparece escandaloso lo proclamen; podemos pensar que si perciben a su feligresía como un rebaño han de ser arrebañables todos los demás reclutas. Borrego, según el DRAE, refiere la persona “que se somete gregaria o dócilmente a la voluntad ajena” al “sencillo o ignorante”, todos términos inadmisibles de quien debe ser en todo momento sujeto digno de ciudadanía.

Inconfundible, la impronta de Alvarado quiere introducir una épica victimista entre los adeptos. Resignificar década y media de atropellos como la expresión verdadera de democracia, una que supieron transgredir impunemente.

“Saben que sabemos que nos mienten. Sabemos que saben que sabemos que nos mienten” *

El estadio Nacional de Santiago de Chile fue el escenario de la definición de Copa Libertadores de 1966 entre el histórico Peñarol y River Plate de Argentina; habían igualado en las dos definiciones previas y el reglamento establecía un tercer partido. River lo ganaba cómodamente 2-0 cuando el gran equipo de Spencer, Rocha, Joya y demás consagrados lo dio vuelta. Un hincha contrario a River tuvo entonces la ocurrencia de llamar “gallinas”, cobardes, a los de la franja. Lo llevaron como baldón durante décadas hasta que, ya entrado el presente siglo, la mercadotecnia hizo el milagro de convertirlo en marca para la institución. Asimilado el remoquete, lanzaron una línea de vestimenta y fetiches futboleros que reportan ingentes recursos explotando crestas, plumas y colores entre los más caracterizados de sus hinchas, beneficiando sus arcas. Otro tanto ocurre con los “cules” catalanes, culos, que identifican a los azulgranas de Barcelona.

Pero lo económicamente redituable descalifica la acción política concebida como objetivo supremo. Adocenamiento equivale a sumisión, aborregamiento, símiles reñidos con ciudadanía, en cuanto espacio de los libres, premisa de la democracia. De los deliberantes, con derecho a equivocarse porque la razón produce monstruos, pero monstruos suyos que, amén de alumbrarlos, acarrean la responsabilidad de vivir con ellos, escrutarlos y exigir de sus errores enmienda, en pie de igualdad.

Literatura y propaganda son enemigos irreconciliables en sus propósitos, como la mentira puede serlo de la verdad o la libertad de la opresión. Elías Canetti, premio Nobel de 1981, sostenía que la función de la literatura estriba en custodiar el sentido de las palabras. En ellas empeñará su denuedo expandiendo su buen uso, al enriquecer sus contenidos de tal modo que se conozcan los mundos que las abarcan, los parajes donde habitan.

La propaganda rige el submundo en que las palabras intoxican, corroídas por el odio y las ambiciones. Advirtiendo los peligros de la manipulación de la lengua, Víctor Klemperer escribió “El lenguaje del Tercer Reich”. Allí acuñó la imagen del nazismo vertiendo en cada palabra gotas de arsénico; envenenándolas hasta mudar de significado. Así, la alocución “pueblo” pasó a significar los seguidores del líder, las invasiones trocaron en conquista del “espacio vital”, en héroes virtuosos se convirtieron los fanáticos, la “fe en la victoria” obnubiló los crímenes… El estado de propaganda del correato participó de estos rasgos en lo que equipararse pueda. Imitó aquellos rituales entusiasmado; recreó las sabatinas, émulas de Nuremberg, respaldado en el culto al poder, en la divinización del caudillo investido, tal cual Klemperer dice del nazismo, de juez infalible, arúspice y nigromante. De la caravana itinerante hicieron parte los momentos del pronóstico infalible, del juez inapelable y del todólogo experto. Como eje transversal del discurso, frente al antisemitismo, Correa erigió la antipatria e introdujo en ese saco todo lo que estuvo a su antojo, desde los acuerdos multilaterales hasta el pago de la deuda, pasando por el FMI, la oposición, los periodistas y un interminable etcétera de quienes le miraban a los ojos sin agachar la cerviz.

Víctima del peronismo ignorantón y cazurro, Borges ripostó esas exclusiones con sabiduría sincrética al afirmar: “Nadie es patria; todos lo somos”. El correato tradujo “todos” al séquito que le rendía pleitesía.  

Tute; facebook

“Y sin embargo nos mienten” *

A la propaganda no le interesa advertir el peligro de ignorar el significado de las cosas. Bribones, y me refiero no sólo a los propagandistas del correísmo aunque aluda a ellos en particular, cuyos intereses fincan en explotar el peligro destructor de los términos que no significan cuanto tienen que significar, una dirigencia política preocupada por la cultura popular debiera poder conjurarlos como lémures de la política.       

Por el contrario, apela a ellos. ¿Cuál es el mensaje de la candidata correista? De su boca no ha salido otra declaración que la adhesión irrestricta al gerente propietario. Ni un planteamiento o postulado; hablan los borregos por ella. El anticorreismo los derrotó entre otras razones por el esmirriado aporte del Cámpora que ahora funge de candidato a la vicepresidencia. Al aceptar los resultados de 2.021 propuso volver la mirada a su agrupación y fortalecerla; ¿qué se lo impidió? Los partidos carecen de debate, siguen siendo nominados los propincuos al cacique. Los candidatos forman agrupaciones con el único propósito de ganar una elección. ¿De qué sirve la RC, reconocida por su organización política, si no muestra atisbos de democracia?

Todos tienen la obligación cívica y moral de abandonar la adolescencia política; de asumirse como agrupaciones que plantean respuestas a las urgentes necesidades del país. La ausencia de un programa de gobierno es clamorosa; la ID, el PSC y la RC, cuanto más grandes, más necesidad tienen de contemplar esa certeza. Cuando las apetencias del líder dejen de convertirse en causa nacional; cuando miren atrás y condenen los errores del pasado; cuando denuncien los millonarios atropellos que significó acceder a los dineros públicos con una ilegítima extensión de la “emergencia nacional”, que así no se gobierna sino se perpetra toda clase de malversaciones; cuando se sienten a pensar el futuro y no acusar al pasado, dejarán de ganar elecciones y ganaremos todos.

En el escenario inesperado del momento, seremos arrastrados por el furor de la propaganda o la tendencia de las encuestas. La palabra más distorsionada será “voto”, que habremos de entregarlo a candidatos sin cuadros, de gentes no preparadas e ilustres desconocidos, que no administraron una tienda de barrio ni construyeron la casa del perro. Será un voto temeroso. 

Tute; facebook

* Alexandr Solzhenitsyn

Puntuación: 1 de 5.

ÚLTIMA LLAMADA

De verdad no sabemos nada, porque la verdad está en un pozo

Demócrito

Caminamos hacia la fecha inexorablemente. Las encuestas se vuelven tendencia en toda publicación y tópico de conversaciones. Amén del colorido propio de cada campaña, con su despliegue de banderas, de consignas tremolando en los postes de alumbrado, destacan las iniciativas de los medios de promover los debates. No consigue esta iniciativa cívica de los actores políticos un mayor nivel de debate, por plausible que sea el esfuerzo; aunque se vista de seda…

En cuanto a la consulta popular, añoramos aquellas constituciones que las incorporaron con poder suficiente para cambiar el texto. La actual, hija del despilfarro en un recinto ampuloso, ominosamente bautizado Alfaro, pergeñada por los mismos zafios que reputaron ese parto de los montes con el único mérito de no haberla parido en cuarteles, ni siquiera ese privilegio dejó al pueblo. Solo el insultador sabatino se ufanaba de haber llenado el muñeco de aserrín. Así operó el gobernante que Zeus dio a las ranas1.

Está en juego la popularidad del gobierno. Más aun, su continuidad. Debiera ser condición de esta figura jurídico política la cesación del mandato de quien escruta a la nación, por coherencia con el espíritu de una democracia autónoma. Estos procesos tienen origen en la protesta del proponente a las condiciones vigentes del espacio público. Todo cuestionario atiende a este requisito; cobija bajo distintos ropajes los problemas nacionales de control policial, de idoneidad en las designaciones, de adhesión a ciertos principios. Ganaríamos todos al implementar esta dualidad de premio/sanción: asumiría un riesgo que ningún gobierno corre inútilmente, fortalecería la representatividad frente a formatos de manipulación que insumen cuantiosos recursos, expondría los actores al debate. A definir los motivos reales de gobernabilidad, a la transparencia de los beneficios que una decisión así provee.

Evitaría convertirla en encuesta de preferencias del consumidor: “¿le gusta la minifalda corta o mediana?”, “¿los prefiere rubios o negros?”, “¿le gustan los toros o las vacas?”… desfile de vanidades que remonta al populista, al adulador correato.

Este referéndum tiene adustez: preguntar sobre “la extradición de ecuatorianos que hayan cometido delitos relacionados con el crimen organizado transnacional” presupone perder la inocencia. Reconoce que no somos ajenos al narcotráfico sino protagonistas. Que padecemos una situación impensada de delito generalizado, de instituciones desbordadas. Contrapuesto a los fundamentos de soberanía que dieron lugar al presente ordenamiento jurídico. Nos aboca a admitir que sobre nuestras leyes regla el derecho internacional, que los jueces de la república, atemorizados sucumben a la venalidad: todos hechos fácticos.

El gobierno hace el ridículo al argumentar que aferrarse al soberanismo significa afinidad al narcotráfico. Nos recuerda a Borges al inadmitir que no ser comunista columbraba ser fascista, dualidad de los que encasillan al prójimo para identificar enemigos. A su vez, la oposición (Iza y el correato) da papaya con su negacionismo. Explicaciones palurdas suscriben similar paralogismo y, reduccionistas, relacionan la delincuencia con el arribo al poder del banquero, desnudando de razones la controversia. Ni siquiera esgrimen teorías soberanistas, peor reparan en la ratificación de la Colombia de Petro a los acuerdos de extradición con EE.UU.  

A crear un Consejo Fiscal se opone Diana Salazar, invocando mayor independencia. Al nominar los siete miembros de dicha instancia entre sus pares, Fiscalía mata dos pájaros al mismo tiempo: sustituye la judicatura, que significa independizarla del purulento CPCCS, y da paso a un experimento autónomo dependiente del proyecto que presente para profesionalizar su tarea.

¿Reducir los asambleístas traerá mayor calidad del foro? Nada lo garantiza. Haberla expandido prueba fehacientemente lo contrario: negó representatividad. Las minorías quedaron invisibilizadas mientras la banda verdeflex contaminaba la legislatura, proliferaban los homenajes a delincuentes, renunciaba fiscalizar el mayor atraco de la historia y acallaba escándalos. Nunca como en este período ha sido la legislatura tan despreciable. Los “payasos” de hace tres lustros dieron paso a una abigarrada procesión de ignaros malhechores, maquilladores del atraco, sumiendo en descrédito la primera instancia del estado. Corona ignominiosa, la proporcionalidad consagró la apoteosis de una bancada con 30% de los votos y 70% de curules. ¡Así dan lecciones de moral los adúlteros!

La verdad saliendo del pozo. Jean-Leon Gerome. Museo Anne de Beaujeau, Moulins, Francia. historia-arte.com

La misma respuesta merece el control a la proliferación de organizaciones electorales que fue, cuando el retorno a la democracia, piedra angular del edificio. Lo desmontaron los grupos marginales al perder reconocimiento; lo exigimos atónitos al contemplar el mercadillo de ofertas, promesas y campañas sin contenido, transitando al ridículo. Las formas no puede regular la ley; las modificaciones darán un mazazo a la figura indefinida del partido que no es partido sino movimiento y nada mueve aparte de las apetencias del sentenciado. Sobran al correísmo compadrón razones para oponerse al punto cuarto: cambia o muere. La propuesta exige afiliados, es decir compromiso. Extingue los adherentes, manada que aumenta y reduce al ladrido del amo.    

El referéndum contiene caras propuestas tendentes a desarticular el mamotreto de Montecristi. Nada tan vergonzoso como el CPCCS, tanto más cuantos requiebros hace quien lo engendró para mantenerlo a cargo de instituciones cooptadas y entes corrompidos. Blindado por los candados constitucionales, la decisión del elector de aprobar la pregunta quinta es alta cirugía pública que deja viva la Hidra neutralizando su veneno. La facultad nominadora retorna a la Asamblea, como debe ser.

Así se contesta la sexta sin remordimientos. ¿Qué es una sierpe sin veneno? Una cuica de jardín. ¿Qué un tigre sin garras? Un minino. La entidad, que debiera ejercer la ciudadanía desde la ausencia de compromiso ideológico, como juez equidistante del quehacer político, se elige con patrocinio partidista, haciendo chapuza del concepto original. Ser seleccionados por el proceso sugerido resta a los partidos injerencia en una instancia en que indebidamente se enseñorearon.

Las últimas dos preguntas demandan coherencia y contestar en un mismo sentido. Reafirman la soberanía de los recursos en la nación, frente a las comunidades, y viabiliza la minería para concesiones futuras. El país le dice a Iza que sus derechos serán protegidos, pero no a costa de inhibir la disposición de esos recursos. Previsiblemente tendrá acogida en las ciudades y rechazo en la ruralidad, provocando movilizaciones. Este gobierno, y los venideros, se verán fortalecidos ante los chantajes “WOK” de esa minoría enemiga de la democracia cuya estrategia fabiana estriba en desestabilizar y producir la caída del régimen. Son las preguntas más involucradas con Lasso; en ellas finca su respaldo para ejercer el mando.

¿Será el gobierno escrupuloso en exigir a las mineras altísimos estándares? Fácil responder con las subvenciones ofrecidas; incierto desde la idoneidad contralora.

Nos decantamos, sin prejuicios, por un “Sí” generalizado. Indiferentes frente a la convocatoria en principio, se nos reveló con sustanciales contenidos, como la invitación a tomar definiciones frente a la democracia que tenemos. Con todas las objeciones que podamos presentar, contestemos el llamado de la Patria en peligro. Nos atemoriza unas FF.AA. involucradas en combatir el delito del narcotráfico, que debió constar en el cuestionario. El proponente se ha reservado esa prerrogativa que sabemos perniciosa, como lo atestigua México y lo padeció Colombia.

Ecuador se halla sumergido en un pozo. De él queremos surja la democracia que merecemos: la verdadera, acial en mano, para desenmascarar los facinerosos que toman su nombre, las celestinas obsesionadas en perderla. La que entusiasme, porque solo ella es capaz de traer bienestar a este suelo sagrado.

No vaya a ser “… un pozo seco/ pues ya no tiene el agua que tenía/ pero le queda todavía el eco.”

Puntuación: 1 de 5.

1 Cf. Fábulas, Esopo; Las ranas pidiendo rey.

POLLA MUNDIALISTA

Ciudadanos, hacernos respetar es la garantía indestructible de vuestros afanes ulteriores por conservar la libertad.

José Gervasio Artigas

¿Confabula el universo para nuestra desgracia? ¿Se alinean los astros para perjudicarnos? ¿Qué prevalece en el cosmos, el orden o el caos? La respuesta que demos desemboca en el conflicto o la teodicea, bien nos asimilemos víctimas del sino o atribuyamos a la voluntad de nuestros actos sus consecuencias.

El Mundial estuvo maravilloso; conserva la receta para cautivarnos cada cuatro años y envolverlo todo. La agenda del mundo está dictada por sus horarios: los legisladores no quieren acudir a las sesiones, los clientes postergan las citas, las reuniones se difieren para mejor ocasión. La ilusión tricolor, los mejores de la primera etapa según los preciosistas del juego, tuvo la frustración primera la noche de Qatar cuando un rebote arrebató el sueño de seguir en la contienda. Aun el error humano tiene plasticidad y belleza; la derrota despide destellos místicos si consagra al favorito de los dioses. Y los dioses del fútbol proclamaron a la Argentina de Messi: benditos sean.

La noción del juego es alegórico diálogo con la divinidad. Nació como expresión que ofrenda propicios nuestros empeños en procura de los favores del cielo. Para ser participantes de la cita emiratí, apostadores de los sesenta y cuatro partidos como ritual secundario de la fiesta ecuménica más grande de la civilización, palpitábamos tras del televisor. Coincidente con las navidades, semejante a ellas, el ecuménico encuentro dio cabida al grande y al chico porque todos tuvieron algo que decir: a llenar las cartillas confluyeron los sabidores de tribuna y quienes nunca la pisaron. Con la Fortuna como hada protectora, la suerte distribuyó sabia y ciega, dones y pequeñas fortunas, como abrazos, como sonrisas.  

Maravilloso por cuanto conserva la magia que asombra, tuvo la grata revelación de Marruecos, la penosa decadencia alemana, agónicas tandas de penales, una fulgurante final…

Esos grandes fabuladores que fueron los griegos cuentan cómo, excluida de la fiesta, Eris tomó venganza en las bodas de Tetis. La veleidad humana hace suyo el castigo o el premio, aderezado con la derrota o el triunfo, en los platillos que sopesan la verdad y lo justo. Los esquemas culturales y lógicos están transversalizados por este triple alineamiento. El triunfo subyuga y, en lugar de asumirlo como consecuencia teleológica lo convertimos en fin: apostamos contra el equipo propio, si en ello hay réditos. Fincar el resultado como objetivo es prerrogativa del espectador.

Las justas deportivas, las hazañas atléticas que enorgullecen a los pueblos, se han convertido en piedra de toque en que validar las ruines actuaciones de la clase política. ¿Por qué la percibimos denigrante si la sometemos al mismo rasero? Por advertirla contaminada de intereses personales. Pero, ¿acaso hay alguna decisión política que podamos sustraer de esos dominios? ¿Qué signo diferenciado contempla el bien común, de existir?

Frente a la convocatoria a referéndum para este febrero, las facciones contestaron con la ideologización que obnubila los hechos: nadie escapa a este común denominador.  

Desde el gobierno, haber encontrado el recurso plebiscitario para ahuyentar los fantasmas del golpe ha sido maná providencial. Los estertores de junio se han evaporado, el viaje a EE.UU. lo tonificó hasta alentar propósitos de reelección. No vayamos a pensar que desvaría; su popularidad creciente a pesar de las recurrentes estridencias carcelarias, se refuerza en encuestas que le auguran una victoria en comicios. Su director de barra (léase propaganda) acusa a la troika PSC-RC-CONAIE haberse aliado con el narcotráfico, promover la impunidad de jueces venales y desoír el clamor por la acuciante inseguridad. “Vota todo sí”, como mudito, coro que repite Carondelet desde aquella convocatoria de Febres Cordero, persigue la aprobación de su gestión, más bien opaca, como todo referéndum.

En la esquina opositora predomina el rechazo sin otra razón. “A Lasso dile no”, también como mudito, sin debate ni basamento. Sobre sus adalides pende el sambenito de diluir los reclamos populares en lodo cenagoso. Gary Espinosa concibe el estado con fantasía pueril y exige, entre altisonantes amenazas, que su cartita de Papá Noel sea satisfecha sin límites. Ayer tres mil, hoy cinco mil, mañana diez mil dólares como cota para los créditos dados de baja, transitan la demagogia para irrumpir en la sapada, su nombre incluido en la veleidosa exoneración.

Iza abona por la tesis gobiernista. Pretende desmantelar la policía que persigue al luchador social en lugar de hacerlo por reiteradas… ¿algazaras? (tan alegre él). Confunde con cinismo paquidérmico delito con persecución política; leyes con revolución; proyecto político con administración pública. Obtuso ideológico, no encuentra para la ola gansteril otro origen que el arribo de Lasso a la primera magistratura. Maniluvio ponciopilatesco, niega la consulta apuntando que ella no podrá transformar el país (no descubre nada), mientras pontifica que solo la oxigenación de la clase política redimirá a la nación, señalando al espejo: él representa esas dos moléculas de oxígeno en nuestro respirador. Mariateguista-leninista, como estrategia se halla empeñado en “acentuar las contradicciones del sistema”, para lo cual precisa desmantelar el estado (¿burgués?), su policía, neutralizar la justicia, permanecer en la pugna, escocer la paz ciudadana…     

La posición del correísmo desconoce el misterio: al morador del ático solo le interesa la impunidad. Su rebaño sin pastor divaga en el etéreo como alma perdida, atónito frente a aquellos ocho acertijos, desbarrando respuestas. La acusación que los vincula con el narcotráfico no rebasa la fustigación de barricada, pero su reacción iracunda y deslavazada constituye confesión de parte cada vez que sus jueces saltan como canguil al sobreseer delincuentes. Porque en su ambición de controlar la judicatura que allane el regreso del reo, montaron el sainete Zafaronni, corro danzante de peleles en torno al poder transado en favores. No los señalen, se delatan solos.

La receta es socialcristiana. Raúl Baca Carbo será recordado por haber declarado que su partido, la ID, gobernaría desde el congreso. Febres Cordero le “hizo un toque” enviando los tanques al Palacio de Justicia, impidiendo la instalación de una corte espuria. Desde entonces quedó claro que controlar la justicia tiene carácter de botín. Nebot lo aprendió: el partido sigue el trazo sinuoso de favorecer ese presupuesto y ondula como veleta al viento que sopla.       

El deporte tiene propósito de llevar las alegrías del triunfo a sus afines. El sentimiento de la felicidad que lo justifica todo, legitima que “cambiemos” de país para alentar a los que cobija otra bandera o condolernos de su fracaso. El propósito del gobierno es mantener la paz, propiciar la dicha de los ciudadanos, resolver sus disputas. Nuestro partido se llama país, se llama democracia, esa hija de la libertad. Todo “si”, todo “no” ofende la ciudadanía, agrede nuestra dignidad. Pensamos solos; gracias.    

No aceptamos la satisfacción de sentidas aspiraciones con diligencia que den lugar a la rapiña. Merecemos paz, seguridad, las que provienen del control público tanto como de las instituciones. A ello ha renunciado la inoperancia de un congreso ensimismado, obsecuente con sus consignas, sordo al pueblo.

En la contienda deportiva, el rival derrotado se elimina, pero la victoria no trasciende. En democracia la tesis que favorece el voto está obligada a respetar las reivindicaciones del oponente. De una cartilla depende el azar. De una papeleta, nuestra voluntad.  

Foto: laaficion.com

Jugamos el partido de la democracia. Que no nos ofendan, no nos agredan: podemos discernir sin ayuda.

Puntuación: 1 de 5.

MALA TOS TE NOTO, JOSEFINA

Tuve mucha suerte de haber estado en los campos pero, sobre todo, de haber sobrevivido.

Alexandr Solzhenitsyn

La borrasca terminó. Las olas embravecidas que amenazaban hundir la nave de la república se han retirado; los vientos que azotaron las jarcias, no arrebujan más en torno a los mástiles. Pero la promesa de una mar en calma no consta en bitácora. Todo es incierto, desde la firmeza del capitán a la confianza de los marineros, pasando por la traidora mesnada de nubes que amenazan con volver cada vez y cuando las arrebañe un demiurgo frenético, desbocado, pernicioso…

Millones más, millones menos, Ecuador perdió 18 días de producción, retrocedieron las proyecciones de crecimiento para el año, se inflamó el riesgo país, se postergaron inversiones. La planificación del año por una alcantarilla aposenta la recesión, posterga la reactivación.

El ciudadano Presidente se permite afirmar que el intento de sacarlo de Carondelet fue financiado por el narcotráfico y aporta, por toda evidencia, un ejercicio de cálculo mental de nivel primario y su menguado crédito. No mucho que digamos. Mientras sienta a las mesas de diálogo a sus representantes, la realidad golpea inmisericorde: la plétora de declaraciones contrasta con el escalofriante nivel de ejecución del presupuesto ministerial, nunca tan mini. Traje del emperador para un gabinete inepto, improvisado naipe de personajes posando egregios e insulsos.   

Así mismo, el perpetrador de la asonada deslinda la violencia: no la vio, no la dispuso, ninguna responsabilidad tiene de ella: por decisión propia, es víctima. Incompatible con la crónica que lo desmiente: centurión o escudero, la guerrilla urbana lo acompaña desde octubre de 2019 actuando a su sombra, bien por propia mano, bien bajo el pulso de sus aliados, aparece y se esfuma al unísono de sus soflamas. Risible incoherencia del padre de un texto doctrinario, reputado de atribuible lógica. La rocambolesca estrategia de las negaciones por las que el victimario se ofende, por las que la historia ha puesto en sus manos, por arte de predestinación, el arma que blande. Éxito en la industria conspirativa, en “El juego de los infiltrados” las fichas poseen la ubicuidad del comodín: destruyen plantaciones, riegan el ordeño, pisotean la cosecha, bloquean vías y agreden ciudadanos no importa el número que salga en los dados. Tienen la delincuencia por excusa, la impunidad como escudo. 

En ponerle rostro a los culpables estriba la acción de la justicia porque la situación bascula entre dos irreconciliables cosmovisiones: el estado o su desaparición. El control, la paz, el trabajo… o el conflicto, la zozobra. Estipuló Thomas Hobbes para el acuerdo social que convierte un conglomerado en nación, como primera responsabilidad del monarca o la asamblea dirigente, que el ejecutivo garantice la seguridad de los asociados, de los concurrentes a este acuerdo llamado Estado, de ser necesario mediante el uso de la fuerza.

El gobierno actuó con prudencia en todo momento. Aunque el clamor de las ciudades le conminó a reprimir en extensión y contundencia la guerra no declarada, habiendo podido hacerlo, guardó el arsenal y recibió las acometidas como caballo de picador en ruedo taurino. Incomprensible, señaló el gobierno, cuando no había motivo; el año anterior se arribó a acuerdos. El precio del combustible quedó congelado desde entonces, particular que denuncia cuál es el proyecto del cacique; conspirar bajo cualquier pretexto.

La estrategia se planificó como una sucesión de provocaciones a ser ripostadas mediante una escalada violenta. Desde el primer día, los desmanes echaron por tierra cualquier viso de manifestación pacífica: no reparó en bloquear vías por la fuerza e imponer su decreto. Las declaraciones de la cúpula denunciaron el móvil: “… no queremos llegar a ningún diálogo… (queremos) sacar a Lasso, cueste lo que cueste” expresó Salvador Quishpe; las demás voces recitaron el mismo estribillo. Quishpe admitió el posible error de 2019; haber puesto como objetivo la derogación del decreto de las gasolinas fue insuficiente: debieron derrocar a Moreno. El golpe era la versión corregida.       

¿Quién ganó la partida? Los movilizados regresaron a casa con dos de los diez planteamientos sancionados directamente y de forma parcial: su objetivo militar no se consiguió. En la refriega, el gobierno apeló al desgaste de los manifestantes, aun a costa de un alto precio político; en los años venideros será inviable implementar los giros de timón que apuntaban a reformar la constitución tanto como a suprimir esas inmundas instancias del legado correista. Contemplaremos un cuadro de tonos grises, de incapacidad para marcar una agenda acorde a los lineamientos originarios. Recibió una cátedra de sangre de la que debieran tomar nota aquellos empeñados en irrumpir en la palestra: no es posible gobernar en democracia sin las estructuras del poder real. El gobernante que llegue sin base popular, sin cuadros para la legislatura y/o ejecutores de gestión idóneos, está condenado a la monarquía en su sentido etimológico: gobernar solo, absurdo de bulto en las repúblicas modernas. No alcanza con ganar la elección, debe decirse al espejo el cautivo de Carondelet. 

Aun perdiendo, la CONAIE posicionó en la opinión pública una cabeza de playa: ellos representan la revolución. Una que actúa contra el estado, conspira incesante y niega la democracia. Que no critica, cuando la crítica es contribución, cuanto socaba el sistema político.

Tómese la encuesta de CEDATOS en la primera semana del paro: a nivel nacional, contaba la movilización con una aprobación de poco más del 50%, aunque el 70% reprobaba los usos de los manifestantes para expresarla. Si leemos del envés, el 30% de la población del país fue favorable tanto al paro como a la violencia. 

Dicha facción de ciudadanos admite el terror político al conjuro de la revuelta popular; aquel es el medio, esta lo valida. Allí se origina el aplauso entusiasta de ciertos quiteños cuando pugnaban por acercarle su mano o llevarse una foto del protagonista que se retiraba en olor de multitudes, como falderillos que lamen el foete que los flagela. Bien dicen que los pueblos sienten debilidad por los bribones.

Erich Fromm desarrolló clarividente un capítulo dedicado a “El carácter revolucionario”[1], definiéndolo en relación con la obediencia y la desobediencia. Una y otra, dialécticamente vistas, no se contradicen; se definen en relación al objeto al que responden afirmativa (obediencia) o negativamente (desobediencia). El revolucionario se ha emancipado respecto de una religión, una ideología… de forma que se convierte en ; “un humanista en el sentido que siente en sí mismo a toda la humanidad y en que nada humano le es ajeno”. En esencia, conlleva el espíritu crítico para decir “No” en su escepticismo y ser hombre de fe, pues cree en aquello que existe potencialmente aunque todavía no ha nacido.

Es preciso, para abarcar cabalmente el concepto, desvelar que NO ES revolucionario. Así, no es revolucionaria una persona que participa en revoluciones, aun cuando haga parte de ella sin involucrar sus sentimientos. Pruebas al canto: la movilización de comunidades enteras bajo la amenaza de la penalidad pecuniaria o el escarnio de la justicia indígena.

No tiene carácter revolucionario cualquier rebelde, entendido como tal el narcisista resentido contra la autoridad en busca de aceptación o aprecio, dispuesto a transar su combatividad por la prebenda, capaz de trocar los denuestos en loas.

Tampoco tiene carácter revolucionario el fanatismo. Este idolatra la causa o la doctrina de modo que, al someterse a sus postulados, halla un sentido vehemente en la vida; encuentra la identidad anhelada haciendo de este objeto su absoluto. Las metas trazadas, los lemas e insignias esgrimidos por sus confalones han sido propicios para regímenes autoritarios, erigiendo nuevos amos para despotismos de viejo cuño.

Para completar este perfil, Fromm analiza el carácter autoritario. Este conlleva una simbiosis sado-masoquista en que la persona autoritaria arrastra a sus seguidores en procura de satisfacer sus deseos de fuerza e identidad. En esta simbiosis, ser parte de algo “grande” infla la personalidad de uno y otros, resultando, cuando esta personalidad accede a estructuras de autoridad, un sistema que exige pleitesía, que funde en el personaje autoritario las virtudes del conglomerado que dice representar.

Comparar los peores regímenes autoritarios con este identikit conduce a dos conclusiones. La primera, que basta un rasgo de estos para pergeñar indeseables tiranías con su estela de terror y de tristes, extensos períodos de criogénesis, donde libertades y derechos duermen un sueño hermanado con la muerte. La segunda, que un sinnúmero de personajes contemporáneos cumplen los requisitos.

Acostumbrados a oler cinismo, aunque se ofrezca en copas nuevas, percibimos la fetidez del dudoso amanecer contenido en el neo-comunismo latinoamericano. Ínfulas de un discípulo de Marx, al uso del Manifiesto, vaticina el futuro del pueblo ecuatoriano al son de los acordes mariateguistas. Cabe interpelar a quien vende la bestia de orejas, garras, patas y piel de endriago del por qué esa bestia ha de ser, bajo sus riendas, paloma de paz y campos de verdor. ¿Basta decir que el Ecuador es otra realidad para exorcizar el sendero de muerte en el discípulo de Abimael Guzmán? ¿Es acaso un moderado? No. Escupe en la historia que, a la vuelta de 100 años de terror rojo, cargó en su haber 100 millones entre los asesinados y muertos de hambre (¡los dejaron morir de hambre!) de esta nefasta receta para vivir sometidos.

El estado tiene la obligación de devolvernos la fe en la democracia. Advirtiendo el peligro de muerte que la acecha. Postergando la deuda. Dando oportunidad a las mayorías, propósito que demanda un sostenido y mayor gasto social, con entidades que sirvan de manera oportuna, eficiente, íntegra.

El Ecuador requiere un liderato valiente que postule como única manera de acceder al poder aquella validada por las urnas; capaz de enseñarnos a desconfiar de ese poder porque “puede matar, obligar y hasta pervertirnos”[2]. Un ejercicio que sepa advertirnos de las revoluciones sangrientas, donde se entra por un tobogán y se sale por una escarpada pared de penurias y riesgos.

[1] Erich Fromm; La condición humana actual; Ediciones Paidós ibérica, Barcelona, España, 1986.

[2] Erich Fromm; ibidem

Puntuación: 1 de 5.

¿QUÉ QUITO CELEBRAMOS?

¡La verdad! Sin ella, ¿qué sería la historia sino una calumnia autorizada o un elogio corruptor?

Federico González Suárez

El video es tomado por un padre que ha desplegado en la mesa de su comedor un aparato raro con apariencia de teléfono. En efecto, el artículo muestra un cordón espiralado que conecta el cuerpo principal del artefacto con un auricular. Los chicos han sido desafiados a hacer una llamada con el otrora dispositivo de la casa paterna. El problema sugerido es el discado: no muestra la botonera de números de ninguno contemporáneo. Es un disco con huecos numerados al que los adolescentes nacidos a partir del segundo lustro de este siglo, desconocen.

Uno de los chicos pone su dedo en el hueco del número que desea marcar. Entiende que no produce ningún efecto la inerte acción de posarlo y se anima a avanzar en el sentido de las manillas del reloj con su dedo sobre el número deseado. Si bien desvela esta mecánica, el avance no es completo; no lleva el dedo al tope. Otro de los muchachos completa el giro de la serie, pero lo hace con al audífono sobre el cuerpo principal del viejo teléfono, consiguiendo al levantar el auricular recibir tan solo el tono de marcado. Por fin, uno de ellos da intuitivamente con el hilo de la madeja y puede completar el desafío. El video no lo muestra; en cambio nos participa la frustración ante la prueba. El desprecio que le produce la antigualla, al punto de arrojarla bruscamente, de tirarla con estupor, indignado al haberse sometido a la absurda, obsoleta tecnología, cuando su teléfono portátil, con tres pulsaciones sucesivas, lo conecta con el mundo.

Complacientes con el desplante histérico, con la insolente reacción del mozo, le ofrecemos una sonrisa condescendiente. No tiene por qué saberlo, nos decimos desde la jerarquía de los años o la experiencia. Nadie se lo ha enseñado; no tuvo dónde aprenderlo.

La cultura, definida por el historiador Grahame Clark, en su sentido más amplio, debe entenderse como un modo de conducta aprendido y heredado por pertenecer a un grupo social. Está relacionado no solo con los remotos primates sino, strictu sensu, con toda especie. Lo que distingue la nuestra es su carácter progresivo, guiado por la capacidad de inventar y emplear símbolos que permiten acumular una creciente “cantidad” de cultura.

Símbolo por antonomasia, la palabra constituye el meollo diferenciador. La comunicación entre los chimpancés transmite una amplia gama de emociones; incluso expresa deseos concretos. Pero los experimentos realizados demuestran que les es imposible designar objetos y reconocerlos. Ese es campo excluyente de la escritura y, por tanto, del libro y la historia.

Los humanos perdemos registros: huecos en el continuo de los hechos que conforman el legado que hemos llamado cultura. Unas veces cubrimos vacíos apelando al mito; otras, asimilamos una chanfaina ecléctica de acontecimientos que se niegan mutuamente desbarrando la historia.

¿Por qué festejamos a Quito en diciembre? Por la fundación española de la ciudad, ciertamente, pero, ¿qué Quito celebramos?

El intihuatana en Pisac, Perú. Foto Fundación Ilam. ilam.org

Los cronistas que registraron la entrada de Benalcázar no encontraron una gran ciudad; hablan de un par de edificaciones destacadas en esta meseta escarpada que “el Pichincha decora”: templos del sol (Plaza de la Independencia) y la luna, (este en el Yavirac, a las afueras) y el que se supone fue el palacio del Inca, que han asignado a San Francisco. El lugar que ocupa el “Museo del Agua” recuerda la casa de placer del inca, también apartado, al que debió su nombre el barrio: El placer. Pocas construcciones para un asiento poblacional que, en la desmedida ecuatorianidad de la tradición, rivalizara con el Cuzco.

Perviven en muy buena condición el intihuatana de Pisac, y la Reserva de Choquequirao, por ejemplo, monumentos del incario más extensos en lugares de inferior trascendencia política que la capital de Atahualpa. Aquí no hay presencia de cantería pulida, esas piedras sillares de la arquitectura incaica.   

Compárese la escueta relación con el asombro que causó la monumental Cuzco; la estupefacción de los emisarios de Pizarro al contemplar la “Coricancha”, lugar de las ceremonias sagradas, plaza monumental con paredes de oro, tal cual su nombre¹. O el reporte militar de la fortaleza de Sacsahuamán de triple muralla y bloques ciclópeos. Cuzco, en su hora de mayor esplendor, e inicio de su decadencia, albergaba 200.000 habitantes. Y no terciemos con la opulenta Tenochtitlán, profusamente dotada de templos, pirámides, mercados y canales, estimada por los compañeros de Cortés en un millón de naturales. 

A la sazón, Quito debió tener 30.000 pobladores; como asevera un postulado histórico, la ciudad no acrecentó su población durante la colonia. Ha contado con poetas para cantarla que no sabios para estudiarla, quedando toda cifra a la especulación. Los linderos debieron estar enmarcados por las quebradas de Jerusalén y los Gallinazos así como por el curso del Machángara y la natural separación entre el casco colonial y el Itchimbía. Mons. González Suárez (MGS) nos dice que la ciudad, por el norte, “terminaba pocas cuadras más allá de la plaza”² de la iglesia de Santa Prisca, no lejos de la batalla.

La pampa de Iñaquito, en tiempos remotos una laguna formada por depósitos de aguas lluvias, fue zona cenagosa intransitable. Las rutas de salida hacia el norte y el oriente, bordeaban los cerros del Itchimbía, Huangüiltagua y Zámbiza, como puede recogerse en testimonios del pasado.

Escudo de armas de la Ciudad de Quito.

Quito fue un villorrio que, a raíz de aquel enfrentamiento, recibió el título de ciudad, “muy noble y muy leal”, con escudo de armas, para exhibir ante el mundo virtudes colectivas, prenda dudosa de la heráldica.

¿La ciudad de los Caras? ¿La de los Shyris? ¡No hay un solo vestigio! El reino de Quito no pasa de alegre fabulación para entretener el insomnio o recrear sueños nacionalistas. Piadoso como fuera, MGS protestó del rigor del Padre Juan de Velasco: “… por desgracia, su criterio histórico era estrecho y su ánimo propenso a la credulidad… abundan los datos equivocados y las aseveraciones falsas” que condujeron a falsear la Historia. Para MGS Quito era el territorio, el país; así se entenderían las fundaciones artificiosas de Diego de Almagro en Riobamba de San Francisco y Santiago de Quito.

Es preciso desarraigar la miopía de la ciudad imperial. Corrientes afines a la historiografía mexicana han demostrado que Quito fue un tianguez, quizás un centro ceremonial: un lugar que congregaba comunas distantes. No conoció procesos urbanos, ni jerarquía, organización política u otro ejército que el conformado ad hoc para enfrentar invasores. Ese es el Quito milenario que evocan ciertos pseudo intelectuales por afinidad política o ignorancia premeditada.

Quito fue ciudad a partir del incario: solo entonces contó con administración, un culto reglado, construcciones públicas…; apenas 70 años antes de la llegada española. Consolidó la hegemonía hispánica el reducido urbanismo y la dispersión de los centros poblados. H. D. Disselhoff lo clarifica: “La capacidad de lucha de los campesinos disminuía en extremo cuando sus campos les llamaban a la siembra o la cosecha. A un paso de la victoria, el inca (Manco Cápac II) se retiró…”: se había quedado sin huestes.

La sociedad precolombina estuvo definida por su naturaleza agraria. Una economía de sustentación, de productos similares, restaba interés al intercambio así como a cualquier proceso urbano.

La gloria de Quito está fincada en el criollismo que pensó la libertad y luchó por la independencia. En ser depositaria y custodia de la nacionalidad ecuatoriana.  

Puntuación: 1 de 5.

¹Cori, en quechua, significa oro.

²MGS; Historia General de la República del Ecuador, Tomo III, cap. 9º, VI

LUDÓPATA, EPILÉPTICO Y GENIO

No olvidemos que las causas de las acciones humanas suelen ser inconmensurablemente más complejas y variadas que nuestras explicaciones sobre ellas

Fedor Dostoyevski
  • 30 noviembre 2021

Son doscientos años desde la aparición del príncipe de las letras rusas, artífice de los dramas más penetrantes en la novela universal. Doscientos años, como los veinte del tango, que no son nada cuando siguen los Raskolnikov y Karamazov robando nuestras horas de sueño, a pretexto del conflicto humano, sus pasiones y culpas.

Múltiples publicaciones han destapado pormenores de su azarosa vida y vuelto a circular calificados ensayos sobre su obra. Muy interesante el de Antonio Fernández Vicente que trata de la maldad¹. En artículo polifónico recoge las expresiones de figuras de la intelectualidad en todo tiempo que dejan su testimonio de admiración por la clarividencia de Dostoyevski al tratar de este sentimiento corrosivo. Freud elabora el concepto de las pulsiones de vida y muerte, Eros y Tanatos, tomando las evoluciones que el tema provee desde su vigorosa pluma.

Su lectura es invitada de gala en la filosofía de Hanna Arendt. Su teoría en la cual nazismo y estalinismo constituyen sistemas donde la maldad cobra status de política pública, despersonalizan al individuo hasta convertir la punición en práctica laboral de una burocracia expedita, “la banalidad del mal” de su estudio sobre Eichmann, se alimenta de los infiernos dostoyevskianos. Arendt vuelve su mirada al ruso para explicarnos la sociología del siglo XX, tatuada de genocidios. Sus personajes entretejen sentimientos, emociones, racionalizaciones de forma tal, que una disciplina tan moderna como la neurociencia hace esfuerzos por demostrar causalidades sugeridas por él. Arendt lo menciona cuando escarba en los orígenes del totalitarismo, la mecánica de la violencia y de las revoluciones, resaltando el penetrante viaje de quien, Dante moderno, desciende al báratro el alma humana con sus insondables misterios.

No confundamos: Gide, Papini, Kafka… todos quienes han estudiado a Fedor Mihailovich (FMD), no contestan algún ensayo suyo. Es el quehacer literario minucioso que monta piezas de relojería sobre personajes y mundos disfuncionales. Son deudores de las formas en que sus novelas y cuentos presentan el padecimiento. El ruso toma la bandera del realismo, aporta el análisis psicológico y motivacional de personajes, de situaciones, y transforma la novela: a partir de entonces, nunca será igual. Hace la mayor contribución del diecinueve a la literatura, mientras llega Freud para convertirla en ciencia.  

Si bien los rasgos psicológicos de Raoul, el protagonista de “Piel de zapa” (Balzac), alcanzan altas cotas de confliclto personal, no se han creado sujetos tan complejos ni dramas de la intensidad de nuestro autor. Rusia, en cada personaje, parece equipada para tolerar el dolor extremo. Los pasadizos del alma que lo refugian, donde según Stefan Zweig la chispa que destella da la medida de la insondable oscuridad, son hoyos negros que se tragan la compasión, absorben el desprecio, desdeñan la miseria, transitan la inmolación y, por esa ruta, lo heroico. Propósito didáctico sobre el alma rusa, concebida como la sublimación de los valores cristianos entre quienes suscribían el eslavismo, FMD entre ellos.

Dostoyevski, creyente ortodoxo, por contraste o como consecuencia de las rigideces de la observancia religiosa, vivía obsesionado con el sexo pago, el juego y de manifiestas tendencias al maltrato conyugal. Sobre Anna, la esposa que le sobrevivió, su único soporte real y gran amor, ejercía una obseción paranoica prohibiéndole desde lucir cierta indumentaria hasta sonreír en presencia de otros hombres.

Retrato de Fedor M. Dostoyevski, por Vasili Perov, 1872, en una estampilla de la URSS

Si la producción literaria depende de las vivencias personales, refleja tribulaciones económicas, promiscuos y ocultos hábitos, no podemos afirmarlo, aunque ningún autor pueda sustraerse de la pincelada autobiográfica. Sabemos que escribía por compulsión, en sus dos acepciones: el apremio y la vocación. El tipo que purgó en los casinos alemanes y franceses la quiebra repetitiva de la fortuna familiar, debió someterse a jornadas extenuantes de trabajo salvífico. Sometido a las condiciones de su único fiador, el editor que lo mantenía mediante una paga extorsiva y financió sus bancarrotas, se vio precisado a entregar en garantía los derechos de autor.

Debemos a estos apremios una suite como “El jugador”, escrita en 26 días, y el incomparable “Crimen y castigo”, que no habrían visto la luz en otras circunstancias. El trabajo resultaba un dolor autoinfligido para combatir la penuria, resueltas felizmente con la presencia de Anna Snitkina en su vida, la estenógrafa que se convirtió en su esposa.

Si algo transversaliza la narrativa dostoyevskiana, es Dios. Presencia intolerable para Nabokov, uno de sus acérrimos detractores, para quien sus personajes utilizan el truco de ‘pecar en su camino hacia Jesús’.

El estudio de Juan Manuel García Haro² que versa sobre las relaciones en torno a la culpa, al repasar el esquema presente en la obra de FMD, devela que el “mal” dimana de los protagonistas mientras la culpa responde a la vinculación con una divinidad. En esa perspectiva, los hombres, enemigos unos de otros, pertenecen al elemento brutal del universo; la misericordia, del lado racional de la ecuación, es atributo de un Dios que redime y perdona. Así resuelve FMD el conflicto de sus narraciones; con el arsenal desplegado de actos de bondad cristiana suficientes para reivindicar la condición humana. “Si Dios no existe, todo está permitido” dirá a través de Iván Karamazov.

Gorki renegaba su caracterización del hombre ruso. Para el panfletario del estalinismo resultaba inconcebible que FMD hiciera hincapié en las enfermedades históricas del país, que escogiera “las bestias y ladrones… y sólo los mirara a ellos”. A los padecimientos en vida, FMD sumó la venganza ideológica del pope de la cultura revolucionaria. Condenada al ostracismo, mutilada por el genio soviético especializado en enherbolar inquina, sus títulos mayores: “El idiota”, “Los demonios”, el mismo “Crimen y castigo”, volvieron a ser editados íntegramente cuando la perestroika de Gorbachov sepultó la revolución roja.

Al hablar de Dostoyevski queda siempre algo por decir. Como que fue poeta para el dolor, pero también un ángel de la ternura. Que hay que leerlo y releerlo para sensibilizar nuestra propia alma. Para buscar en su compañía la plenitud y la infinitud con que Fedor Mihailovich Dostoyevski vivió la suya.

Puntuación: 1 de 5.

¹La maldad según Dostoievski; Antonio Fernández Vicente: https://theconversation.com/la-maldad-segun-dostoievski-169194

² Psicología de la culpa en la Grecia antigua; Juan Manuel García Haro:

http://www.aesthethika.org/Psicologia-de-la-culpa-en-la

Imagen auxiliar: zoom.com

LA VIOLENCIA SAGRADA

Mi padre solía decir: no levantes la voz… mejora tu argumento

Desmond Tutu

Cuéntase que Dwight Eisenhower presidía un consejo de estado, una de esas reuniones con sus expertos en Latinoamérica, haciendo recuento de los aliados de la potencia en procura de alguna votación favorable al interés norteamericano. El recorrido no podía ser más tétrico: regímenes obsecuentes, militarones que ascendieron por la ruta del golpismo (las más de las veces merced a los desembarcos, bombardeos y cañoneos del ejército norteamericano), prestanombres dispuestos a aparecer en escena sabedores de la mascarada funambulesca que protagonizaban, tontos de la legua. Frente a semejante espectro de ineptitud, Eike habría exclamado: “¡Pero todos estos son unos bastardos!”, a lo que uno de los asistentes ripostó de inmediato: “Sí, señor Presidente; pero son ‘nuestros’ bastardos”.

Cierta o no, esta anécdota mítica despliega filigranas en la enemistad que ha cosechado el imperialismo entre los pueblos al Sur del río Grande. Más allá de los versos de Darío, de ese romántico ensayo del Ariel de Rodó, palpita en la América no sajona la certeza de haber sido dominados por nuestras debilidades nacionales tanto como por la fuerza del adversario común. A pesar de la cultura, de los vuelos intelectuales que atraviesan a los cuatro vientos estas naciones, conformamos un conglomerado donde la volatilidad de las instituciones conspira contra la estabilidad creativa y la paz, sintomático de las repúblicas bananeras retratadas en el coloquio de marras.

¿Qué nos malquista secularmente con la nación de las barras y las estrellas? La confrontación no es reductible a cierta propensión de odiar per se, mucho menos al resentimiento o la envidia, cuanto a la necesidad de contrarrestar el poder que oprime desde la violencia. Es indigno vivir con miedo. Con ese fundamento se opone la capacidad aglutinante del número a la pisada del golem; se alzan millones de voces. La violencia, cuya especificidad es la capacidad instrumental, impuesta desde su condición militar de potencia emergente en el siglo XIX y refrendada a partir de la icónica explosión del Maine en el puerto de La Habana, es el punto de ruptura en esta relación irreconciliable de cuentas pendientes con la historia.

Ecuavisa: captura de pantalla

Igual génesis tienen los movimientos sociales, originados en los postulados liberales más rancios, cuáles son los de la libre asociación. En ellos se legitimaron los gremios artesanos y luego obreros; en ellos los movimientos campesinos, cuya expresión entre nosotros es la CONAIE. Por este motivo resultó instructivo escuchar las propuestas que llevó al programa de Ecuavisa¹ su presidente, Leonidas Iza. Les proponemos inteligenciarnos de su argumento.

Diego Ordóñez, su contertulio, endilgó graves acusaciones sobre la instrumentalización de las movilizaciones al marco teórico que Iza sostiene em su libro, y este no negó. Adquiere relevancia interpretar esta afirmación: “La violencia empleada contra los que oprimen masas enteras de trabajadores, la violencia a favor de millones de seres explotados, nunca, jamás será mala; esa violencia es sagrada”     

En auxilio de la deconstrucción de esta falacia, traigo a colación el estudio que realizó la pensadora Hanna Arendt² quien vincula la violencia a la “categoría medios-fin”. Aplicada a los asuntos humanos, “siempre el fin está en peligro de verse superado por los medios a los que justifica y que son necesarios para alcanzarlo”. Resuenan en trompetas apocalípticas las ominosas horas del terror que en el mundo han sido. Rondan Robespierre y la guillotina, los gulags y las fábricas de muerte. Iza desdeña milenarios tratados sobre ética, cristianos y greco latinos, que sostienen estrictamente lo contrario.    

Arendt amplía el desglose de la problemática al afirmar: “Cuanto más dudoso e incierto se ha tornado en las relaciones internacionales el instrumento de la violencia, más reputación y atractivo ha cobrado en los asuntos internos, especialmente en cuestiones de revolución”. La derivación maoísta, su teoría “según la cual el poder procede del cañón de un arma”, rompe con Marx, para quien las contradicciones inherentes a la sociedad capitalista, no la violencia, preludiaban su fin. Marx comparó este advenimiento con los dolores del parto, pero descartó como causa la violencia.  

Arquitectura post revolucionaria; La Habana, hoy. Foto Tweeter

El maoísmo nutre la heterodoxia marxista; para los augures del hombre nuevo tiene importancia menor y ninguna. Reparemos en dos implicaciones que invalidan esta edificación. La primera, que la sociedad ilusoria de productores libres, que debiera liberar las fuerzas productivas de la sociedad una vez extinguidas las relaciones capitalistas, prevista por los padres del materialismo dialéctico, la que Iza invoca “como una posibilidad de real transformación de este país”, no han tenido lugar en latitud alguna desde su irrupción ese octubre de 1917, que era noviembre. En segundo lugar, porque cualquiera sea la fase en que admitan esas revoluciones encontrarse, el estado de esas fuerzas productivas, consecuencia de la ciencia y la tecnología, no resultado de declaraciones teóricas, no las han potenciado ni procurado un mínimo bienestar o nivel de consumo para sus ciudadanos, sino reculado en todos los países que han padecido una revolución.

“El comunismo nunca concibió más tribunal que el de la historia -dice Furet- y resulta que ha sido condenado por la propia historia a desaparecer”. Lo sentimos mucho: la vida, pertinaz, obra así.

Inadmitimos las expresiones que llaman a callar al líder. El perfeccionamiento de toda libertad pasa por garantizarlo a todo ciudadano, más siendo portavoz de un conglomerado. Se alzan voces pidiendo proscribirlo; lo consideran enemigo público, elemento disociador, peligroso demonio. Reafirmamos todo su derecho a decir y hacer, como hombre libre, cuanto crea conveniente a su persona y comunidad. Le recordamos, nada más, los límites de la ley. Ley facultativa, ella sí, para monopolizar la violencia en nombre de la sociedad, expresión del principio de soberanía, invocado por los socialistas o que se dicen tales.   

Le recordamos que transgredirla es delito. Como es delito promover la violencia, no se diga ejercerla en nombre de nada ni nadie, por respetable que sea. Y le recordamos al estado que está obligado a aplicarla, por representativo que el transgresor sea.

Iza tiene derecho a equivocarse en lo grande y lo pequeño. Como relacionar el incremento de un punto de inflación a la pérdida de 48.000 empleos. Vínculo no causal pues, inversamente, contener la inflación serviría para recuperar 100.000 empleos, pero tener una inflación de 0% dejaría en el desempleo a los 400.000 que lo demandan. O aquella otra de que el campesinado subsidia “del 40 al 60 % de lo que significa la producción real en el tema económico”, inválida desde el hecho de recibir una retribución o de confundir subsidio con cadenas de intermediación y desproporcionar la realidad macroeconómica.

Aparece convertido en peón de brega del correísmo, actitud no muy sacra. Si apuntase al poder, la vía eleccionaria no le ofrece oportunidades a quien ha hecho de la guazabara un emblema. Iza necesita una revolución urgente en su agenda. Si violenta, mejor.      

Puntuación: 1 de 5.

¹ https://www.ecuavisa.com/politicamente-correcto/que-busca-el-movimiento-indigena-AC949637

² Sobre la violencia; Hanna Arendt, Uno, págs. 12-36. Alianza Editorial, 2013

3 Foto principal: Leonidas Iza. Captura de pantalla. Castigo divino

TOALLAS QUE NO SECAN

La democracia no está ahí por sí sola. Tenemos que trabajar juntos por ella una y otra vez, todos los días.

Angela Merkel

  • 9 octubre 2021

Incompatible con la felicidad del pueblo, en esta era electoral que no democrática, recurren a todo tipo de truculencias los antifaces de la dictadura. La aceptación de estos abalorios sugiere a primera vista un electorado pecador, amén del sentido teológico, por la reincidente actitud de escoger individuos que aterrizan en la política, bien faltos de expediente, bien desconocedores supinos de la teoría, que se alzan con el santo y la limosna. El electorado actúa con dosis altas de pendejismo; ansioso de escuchar soluciones, así sean estúpidas, termina aceptando las ganadoras, entendiendo por tales las repetidas ad infinitum, de corte totalitario, convertidas en discurso único.  

Elegimos para la república a los conspiradores que persiguen aniquilarla. Entre Catilinas y Cicerones, favorecemos a los primeros. Atravesamos el pasillo del supermercado escogiendo las toallas por color o brillo, no porque secan. Porque contrastan con la cerámica, sin reparar en el rizo de sus bucles o su contenido de algodón. Y así nos va… ¿Cómo esperamos resultados diferentes sin mirar las etiquetas?

De forma similar, reclaman “verdadera democracia” los troyanos locales. Aceptamos ese membrete de proyectos que miran codiciosos los totalitarismos criminales del siglo pasado. No hay democracia, necesita repetirse hasta el hartazgo, donde no se garantice pensar distinto, donde el individuo esté debajo de cualquier absoluto homogeneizador, sea de raza, religión, clase social o filiación política. La democracia es el otro nombre del estado de derecho, no la falacia de “libertades y derechos”, porque si la ley no jerarquiza el Derecho, siendo todos ellos homólogos, imponen al titiritero que las sujeta.

Los enemigos de la sociedad abierta de Popper, la democracia liberal, poseen genoma totalitario.

Octubre volverá. Velado mensaje del maoismo mariateguista. Parque de El arbolito. Quito 4 de octubre. Foto Tweeter

En la esquina roja, quienes en octubre 2019 intentaron la subversión y responsabilizan de su sangrienta algarada al gobierno. Que tiraron la piedra y escondieron la mano, confundiendo inocencia con impunidad. Aquesta les otorga patente para desafiar al Estado, exigiendo avieso sometimiento a su línea doctrinaria. Suman a la reciente declaración de oponerse a todo proyecto legislativo la negativa al diálogo, vieja maniobra de opimos réditos si viene acompañada de un liderazgo incontrastable. Naufragio inminente cuando la cabeza arroja hedores de confrontación, la tiñen manejos indelicados desde la legislatura o cohonestan la incalificable invitación a robar. Cuentan con el guiño del correísmo, que los “armó” entonces y los aúpa ahora. Su fuerza organizativa, piensan estos, reemplaza ventajosamente las Legiones Sanducheras, diezmadas en el tupido bosque de sus delitos.  

El indigenismo mariateguista, dispuesto a ser incordio de una democracia construida con ellos, sustituye el discurso de Pérez por “Agua” con el de Iza por “Gasolina” y poco más. Ni su fracaso con Gutiérrez, con Correa, o la monotemática propuesta social arredra a sus adeptos que demuestran ser, más que fieles, disciplinados como una milicia.

La dirigencia es consciente de su poder y de la intencionalidad de sus acciones; no hay azar en sus movimientos. El ardid de acudir a palacio pacíficamente, mientras amenaza repetir aquel aciago Octubre, no contempla el recato: implica provocar, procura desestabilizar. La acción corrosiva de los “Pandora Papers” hace su labor de zapa, al grado de resucitar la mínima relevancia del candidato perdedor reclamando el poder como si fuese una indemnización. Les sirve para reforzar la labor obstructora y “luchar contra el neoliberalismo” puesto que, al afectar el prestigio presidencial, aleja la muerte cruzada y la posibilidad del referéndum.   

Están convencidos de ser el brazo armado de una idílica revolución. Allí esperan: acechantes, emboscados, anhelantes. El mensaje transmite su disposición a incurrir en el costo de una, sabedores que esa patraña equivale a guerra civil, siempre, al precio del dolor y la muerte de otros, un “otros” que alude al supuesto enemigo, pero involucra a los fieles que muerden el anzuelo de la cruzada.   

Captura de pantalla: facebook de Skull Force. Con video.

En la esquina azul, apropiados del biensonante reclamo de justicia, otra forma de erigirse en jueces de la moral pública, siniestras Sociedades Secretas1 guisan el llamamiento armado. A todas luces, se trata de un proceso de reclutamiento de connotación militar que remonta en el tiempo a un inicio incierto, de reciente data o de orígenes más remotos, donde reivindicaciones supremacistas se entrelazan con consignas apocalípticas, configurando un inconfundible discurso de odio que repugna.

Sólo de su ancargélica predestinación puede esperar la Patria la salvación de los males que “Skull Force” señala como causantes de la crisis nacional. Solo su espada flamígera, reputa, está llamada a extirparlos: liberará al Ecuador de pederastas, jueces venales y tinterillos, que escudados en los Derechos Humanos sueltan delincuentes. Exigen el uso de las armas para “hacer justicia por mano propia”.

¿Dónde arrumaron estos vestiglos los libros de historia? ¿Dónde enterraron los miles de años de civilización que nos preceden? No les preguntemos por leyes; no mencionemos en su delante los 3.700 años del código Hammurabi o los 2.500 de las leyes de Solón y Licurgo. No preguntemos por Leviatán, vayan a remitirnos a alguna remota república caucásica donde aposentó la Bitinia romana. Esta horda cavernaria propone retornar al “Far West”.

Hubo un bausán que trianguló armamento para la guerra de Irán y desvió esos embarques hacia la “Contra Revolución Nicaragüense”. Palafrenero de ese cowboy de opereta que fue Reagan, Oliver North estuvo presto a sacrificar su carrera militar en lo que entendió como un acto de patriotismo. Delincuente confeso, hoy preside la Asociación Americana del Rifle, importante instancia del poder real cuyo poderoso lobby financia principios, por así llamarlos, emulados por estas huestes criollas. Un robusto sargentón en traje de fatiga y carga completa, vocifera consignas patrioteras; quizás aspira a la misma recompensa.

No les falta la expresión macartista de perseguir al socialismo y al comunismo, de aniquilar ese enemigo cuando el ciudadano despierte a su llamado, antinomia del postulado democrático de tolerancia a las ideas ajenas, caza de brujas ¿Clausurarán la universidad que los estudia? Ni siquiera plantean que el dudoso “derecho” a portar armas entraña la advertencia de Hobbes y de estudios modernos, como del economista David Hemenway², que van en el mismo sentido. Las armas solo aseguran una sociedad más violenta, mayor siniestralidad, falsifican la defensa propia pues aumenta las tasas de suicidio o se usan, de “preferencia”, contra la propia familia. 

Todo en ellos es rocambolesco. Desde la mal disimulada alusión a los cuerpos de élite de la Gestapo (Totenkoft= Skull Force= Fuerza calavera) hasta la inspiración fascista de raigambre militar que evidencia, en las Fuerzas Armadas, su extendida filiación con esa nefasta ideología.      

¿Usted quiere aportar a la democracia ecuatoriana? Empiece por denunciar estas páginas inmundas que destilan las peores excresencias humanas. Permanezca alerta: el Ecuador merece algo mejor, equidistante de ambos perniciosos extremos.

Puntuación: 1 de 5.

1https://www.facebook.com/1922626857978093/posts/2967766993464069/?app=fbl

²https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-46206760

CLAROSCUROS: LASSO A LOS 100 DÍAS

Una gran democracia debe progresar o pronto dejará de ser o grande o democracia

Theodore Roosevelt

Elba, la isla que sirvió durante un corto tiempo de extrañamiento al emperador de los franceses, tiene una extensión de 27 km en su eje Este-Oeste. Un territorio de origen volcánico que cabría entre Chillogallo y Carcelén: lo que abarca nuestra vista desde el Itchimbía o desde las altas agujas góticas de la Basílica del Voto Nacional.

Napoleón evadió la vigilancia de sus celadores franco-ingleses en marzo de 1815. Desembarca cerca de Antibes y emprende la marcha triunfal, al mando de una esmirriada tropa de fieles. Hace su entrada en las Tullerías el 20 de ese mes e inicia lo que se conoce como los “Cien días”, período que concluye con la segunda y definitiva abdicación, el 22 de junio de 1815, a raíz de la derrota de Waterloo.

No sabría precisar si el origen del período de gracia que las democracias occidentales conceden por tradición al nuevo gobierno es este. Un período en que se acallan las críticas, se postergan las protestas y se permite al nuevo régimen asentar sus cuadros, tomar control de las manijas del poder, nombrar a sus colaboradores menos próximos y adentrarse con propiedad en el ejercicio administrativo. Desconocidas razones han concebido este lapso con semblanzas de luna de miel, apartada de la confrontación política, en que el país conoce al esposo. El período resulta suficiente para perfilar las líneas maestras del gobierno, el futuro de sus promesas, el veneno de sus perfidias. Venga a colación los ejemplos de dos de ellos, bastamente conocidos por la historia.

La revolución cubana entra en La Habana el 1 de enero de 1959.

-Erige presidente al ciudadano Manuel Urrutia; lo depone el mes de febrero, para nombrar a Oswaldo Dorticós, muñeco de plastilina en manos de Castro.

-Había precedido esta defenestración la renuncia del primer ministro Miró Cardona quien denunciaba un poder paralelo entre el gobierno de opereta que armó Castro en Sierra Maestra, materializado en Urrutia, y el del ejército rebelde. Fidel asume el cargo vacante y monta el escenario de una renuncia a la cual responden “espontáneas manifestaciones populares de adhesión” exigiéndole tomar el cargo y deponer a Urrutia. Violenta la Constitución de 1940, que se suponía vigente, y unifica bajo la condición de Premier las facultades de hacer y ejecutar las leyes, a las que suma su titularidad de las Fuerzas Armadas.

-Se decreta la ciudadanía por nacimiento para Ernesto Guevara, habilitándolo para desempeñar funciones públicas.

-En la provincia de Las Villas se producen tomas de tierra que los responsables rebeldes se niegan a reprimir.

-Para el 3 de marzo, se interviene la compañía de teléfonos y tres días más tarde los autobuses metropolitanos. El 10 de ese mes se rebajan por decreto los alquileres en un 50% y de inmediato se hace lo propio con el valor de las medicinas.

Examinemos el ascenso de Hitler a la cancillería alemana. Sin remitir el origen del régimen nazi al período posterior a la muerte de Hindenburg, cuando existe todavía una república, y a pesar de ella el nazismo arrambla otras instancias del poder. 

-Al día siguiente, se disuelve el parlamento alemán y se convocan nuevas elecciones.

-El incendio del Reichstag (27 de febrero), atribuido a los comunistas, propicia la detención de muchos de ellos, así como la suspensión de toda prensa de orientación socialista.

– Los nazis obtienen el 44 % de los votos totales en las elecciones (5 de marzo). Se alían momentáneamente con otros grupos políticos y consiguen una frágil mayoría. Acto seguido, el Reichstag le otorga plenos poderes por un período de cuatro años (24 marzo).

-Una semana después, sin mediar elecciones, se reforman los Parlamentos regionales, con representación partidista en la misma proporción del Reichstag. Los gobiernos estatales son suspendidos y remplazados por comisarios nacionalsocialistas.

-Para el 2 de mayo, se disuelve las asociaciones obreras, a las que sustituye el Frente Alemán del Trabajo.

Luego de ejemplificar estas dictaduras arquetípicas, que tantos émulos han tenido, resulta inadmisible conceder a ningún gobierno, por legítimo que su origen sea, alguna tregua. Como mínima medida de salud pública; porque el poder se ejerce desde el primer día y toda precaución es insuficiente. Cruelmente, ha sido el lapso aprovechado por los zapadores del sistema republicano para desmoronarlo.

Lasso ha acertado, validándolo el reconocimiento popular, con una campaña de vacunación meritoria. Han quedado desairados los matemáticos del pesimismo; rechinan los augures del fracaso. Relegados al olvido, yacen cuatro millones de inexistentes vacunas argentinas que buena falta hacen a ese noble pueblo. Avanzamos en el combate del flagelo, con la esperanza de poder situar esta prioridad por sobre el escepticismo, pues bien vale una misa. No importan los medios: el gobierno debe imponer como supremo valor alcanzar la inmunidad a toda costa y exigir el Carnet de Vacunación en breve.

La felicidad no puede imponerse, la ley sí; toda forma de coacción para precautelar la salud ciudadana ha de recibir la sanción de obligatoriedad, tal cual si estuviésemos en guerra.  

Ha acertado en abrir el país al mundo. El anuncio de su triunfo electoral repercutió en el desplome inmediato de los indicadores del “riesgo país”, lo cual significa poder obtener créditos más baratos. En la misma senda están encaminados sus encuentros con los mandatarios de la zona, particularmente los de la rivera pacífica, que pronostican un pronto arribo del Ecuador a la Alianza. Acaba de anunciar U$30.000 millones en inversiones directas para el cuatrienio venidero, provenientes del sector privado; modesto si se comparan con otras economías regionales, pero varias veces superior a lo que el correato captó en catorce años.

Las sombras provienen del predecible desmantelamiento de la legislación laboral. Contiene elementos diseñados para ahuyentar la inversión y obstaculizar, pero a la vez significa la última barrera de los sectores vulnerables, el bastión que ha impedido a cualquier pelafustán llegar al país como a territorio de conquista y atropellar al obrero como en los peores episodios del capitalismo. A pesar de ella se cuentan atropellos (abundan entre las concesiones chinas), ¿qué ocurrirá sin ella? Sin restricciones, el capital reeditará secuelas de explotación y miseria; hay que controlarlo. No podemos esperar su buena fe donde no existe filantropía, solo intereses.  

Suprimir la ley de herencia tampoco es plausible. Los impuestos distributivos, mentores de la ley, quedan a merced de un mercado, incapaz de asignarlos frente a intereses empeñados en acapararlos. Dos fenómenos, que se niegan mutuamente, amenazan convertir al país en una sociedad más injusta e inequitativa. Elevar la producción, si el fruto de ese crecimiento beneficia a pocos, equivale a tener una sociedad espectadora del despojo. Abrir el dique de la acumulación no es crear oportunidades; es monopolizarla en las manos de quienes las han tenido siempre. ¿Qué ofrece en compensación? ¿Palmaditas en el hombro?

Del discurso de asunción al mando rescataría cuando Lasso proclamó: “Seré el presidente, y solo el presidente”. Transitar hacia una consulta popular, peor a la Muerte Cruzada, puede ser estratégico, dado su actual popularidad, pero contradice su postura política inaugural y engrosa el derrotero de esos caudillos a quienes la historia nacional debe sepultura. 

Puntuación: 1 de 5.

CON AGUA Y CON JABÓN

… porque hybris al florecer, produce la espiga del error, de donde se siega una cosecha de lágrimas

Esquilo

Se derrotó al silencio. Al miedo, que es su primo hermano. Y, lo mejor de todo, se identificó al origen del odio. Digo más: el odiador por antonomasia quedó marcado y señalado para la historia.

A toro pasado, las huestes correistas cantaron su palinodia sin la necesaria cuota de arrepentimiento ni destello alguno de contrición. Se asieron desesperados a un triunfo que, de antemano, sabían esquivo. Carga su Gerente Propietario las tintas en supuestas equivocaciones de campaña, sin atreverse a develar la verdad: se jugaban al todo o nada en primera vuelta. Si bien el despegue del candidato llegó a distanciarse 12 puntos porcentuales, los adeptos de la secta alcanzaron su techo. Su voto real, comparado con la anterior campaña retrocedió en aceptación 7 puntos, imperdonables en esta contienda donde el alineamiento de las demás tiendas políticas les era previsiblemente contrario.

Esos errores, entre comillas, más brazadas de ahogado que visiones estratégicas, condujeron a su pobre representante a buscar apoyos indeseados. Imprescindibles para segunda vuelta cuando la semántica de los hermanos prófugos hizo maniobras contra el aislamiento del patrocinado, rompiendo el claustro en pos de alianzas con un guiño a la conmiseración del electorado. Acuñaron ese #Apesardetodo victimizándose. Pase incompleto en tanto la presencia del titiritero, lo mencionan las mejores crónicas periodísticas, no desapareció del escenario. Tuiteó, tiktokeó, siguió haciendo presencia, precisamente cuando acceder a los sufragios faltantes aconsejaba “esconder” una figura controversial, repulsiva, un monstruo larvado que despertaría irresistible: el anticorreismo.

En la tragedia griega el conflicto se resuelve mediante el castigo que merece la hybris, la insolencia personificada. No perdió Quito, como dice, por la alianza con Vargas o los devaneos del alcalde Yunda: la perdió en 2014 cuando, estragado de arrogancia, creyóse capaz de revertir un electorado insumiso. Al justificar los sitiadores de la ciudad en octubre 2019, ignorar los desmanes, conspirar ante una eventual caída de Moreno. Porque su muñeco de ventrílocuo no fue capaz de destellos propios en medio de la envolvente sombra de su tutela, ni exhibió más expediente que juventud. Pronto mostró las costuras: se trataba de un niñato, apadrinado desde el despacho presidencial, promovido al más alto nivel por sus dotes de obsecuencia. Promocionaron un sujeto sin prestancia: una sonrisa adocenada, de delicuescentes argumentos, a quien revistieron de ofertas alucinadas, sin relevancia, plagado en contradicciones.    

Los analistas han encontrado otras razones: que no supo aglutinar a la izquierda; que si el contexto de la crisis no se abordó debidamente… El correísmo llevaba el fracaso en sus genes desde el momento que buscó posicionar el “morenismo” de Lasso, pero sobre todo cuando asumió un inédito tono conciliatorio por cerrar la brecha con el país de los otros, de los que agredió, ofendió, persiguió, descalificó… proponiendo un punto final para el odio. ¡Le llovieron meteoritos! Meteoritos en forma de redes sociales; miríadas de contenidos recordaron la humillación de la década infame, del tiempo en que se apoltronaron en el gobierno convirtiéndose en dueños del país y propietarios de la verdad.

Dice José Hernández que todo empezó en Montecristi, cuando Correa imponía a sus horteras la agenda y forma de las leyes que debían expedirse. Cuando les amenazaba con la renuncia y la orfandad si sobrevenía el desdén de sus caprichos “porque él tenía los votos” ¹. Se equivoca Hernández. Clive S. Lewis² explica la dinámica de este ruin sentimiento ejemplificando que “Si le hacemos daño a alguien que nos disgusta, descubriremos que nos disgusta aún más que antes”. Así los nazis “tal vez maltratasen a los judíos porque los odiaban; más tarde los odiaron mucho más porque los habían maltratado”. Si el amor se fortalece en el conocimiento del ser amado, el odio acrece en la ignorancia del otro, en la caricatura y la deformación del enemigo.

¿No fueron “chivo expiatorio” los legisladores cazados a patadas por sus garroteros frente al hotel Quito cuando bloqueó el Congreso? La vil campaña emprendida contra aquellos “payasos” marcaba al enemigo. Sus sabuesos olisquearon sangre y, durante los vejámenes, dieron rienda suelta a su sevicia como quien alivia una comezón. Procedieron con la tranquilidad de saber que el delito estaba justificado y recompensado, a priori, con impunidad. Aquel día el correato pregonó a los cuatro vientos la transgresión legitimada de la ley en tanto favoreciera los bajos instintos del demiurgo. Ese día, quien lo creyera, un pueblo seducido a la barbarie incrementó exponencialmente los adeptos del tiranuelo. Millones de voluntades se regodearon en el desacato, aplaudieron la indolencia policial y festejaron la humillación. Muchos de los que esto leen. Ese día el Ecuador aprendió a odiar en “Mashi style”.

Cualquier agrupación política debe trascender la mera voluntad de un caudillo. Construir una democracia requiere ampliar la propuesta, renovar cuadros, abrir diálogos que den contenido a la abstracta oferta en la empatía popular. La virginidad correista, el puritanismo anti partidos del que hacían gala, falsos como billete de Monopolio, se han desvanecido luego de este pacto Ribbentrop- Molotov con el socialcristianismo. Connubio que emboza los intereses del caudillo por anular las sentencias, usado como moneda de cambio, convertido en chantaje de gobernabilidad, extraviará el sendero de la modernización. Una realidad impuesta pues está perdida, para siempre, la ventaja de 2007: no son novedad. Los reconoce en la trapacería el aforismo sabedor que, al despotismo de antes, sucedió el suyo.

Foto: @bonilcaricatura

Lejos de lavar sus culpas como el muñeco Pinpón, con agua y con jabón, UNES está obligada a resolver la encrucijada de proyectarse a la representación auténtica de las mayorías o precipitarse en un decadente personalismo. Implícito en el slogan de superar el odio estuvo haberlo propiciado. Sus líderes, de haberlos, precisan un acto lustral de reconocimiento y contrición por aquella siembra. La inserción de UNES como partido exige un mea culpa al haber albergado todos los elementos que conspiran con la institucionalidad del país. Incluidos los delincuentes, por supuesto.      

Puntuación: 1 de 5.

¹ Así inventó Correa la fábrica de odio https://4pelagatos.com/2021/03/16/asi-invento-correa-la-fabrica-de-odio/

² Mero Cristianismo; C.S Lewis; Editorial RIALP 1995. Es autor reconocido por “Las crónicas de Narnia”