CON AGUA Y CON JABÓN

… porque hybris al florecer, produce la espiga del error, de donde se siega una cosecha de lágrimas

Esquilo

Se derrotó al silencio. Al miedo, que es su primo hermano. Y, lo mejor de todo, se identificó al origen del odio. Digo más: el odiador por antonomasia quedó marcado y señalado para la historia.

A toro pasado, las huestes correistas cantaron su palinodia sin la necesaria cuota de arrepentimiento ni destello alguno de contrición. Se asieron desesperados a un triunfo que, de antemano, sabían esquivo. Carga su Gerente Propietario las tintas en supuestas equivocaciones de campaña, sin atreverse a develar la verdad: se jugaban al todo o nada en primera vuelta. Si bien el despegue del candidato llegó a distanciarse 12 puntos porcentuales, los adeptos de la secta alcanzaron su techo. Su voto real, comparado con la anterior campaña retrocedió en aceptación 7 puntos, imperdonables en esta contienda donde el alineamiento de las demás tiendas políticas les era previsiblemente contrario.

Esos errores, entre comillas, más brazadas de ahogado que visiones estratégicas, condujeron a su pobre representante a buscar apoyos indeseados. Imprescindibles para segunda vuelta cuando la semántica de los hermanos prófugos hizo maniobras contra el aislamiento del patrocinado, rompiendo el claustro en pos de alianzas con un guiño a la conmiseración del electorado. Acuñaron ese #Apesardetodo victimizándose. Pase incompleto en tanto la presencia del titiritero, lo mencionan las mejores crónicas periodísticas, no desapareció del escenario. Tuiteó, tiktokeó, siguió haciendo presencia, precisamente cuando acceder a los sufragios faltantes aconsejaba “esconder” una figura controversial, repulsiva, un monstruo larvado que despertaría irresistible: el anticorreismo.

En la tragedia griega el conflicto se resuelve mediante el castigo que merece la hybris, la insolencia personificada. No perdió Quito, como dice, por la alianza con Vargas o los devaneos del alcalde Yunda: la perdió en 2014 cuando, estragado de arrogancia, creyóse capaz de revertir un electorado insumiso. Al justificar los sitiadores de la ciudad en octubre 2019, ignorar los desmanes, conspirar ante una eventual caída de Moreno. Porque su muñeco de ventrílocuo no fue capaz de destellos propios en medio de la envolvente sombra de su tutela, ni exhibió más expediente que juventud. Pronto mostró las costuras: se trataba de un niñato, apadrinado desde el despacho presidencial, promovido al más alto nivel por sus dotes de obsecuencia. Promocionaron un sujeto sin prestancia: una sonrisa adocenada, de delicuescentes argumentos, a quien revistieron de ofertas alucinadas, sin relevancia, plagado en contradicciones.    

Los analistas han encontrado otras razones: que no supo aglutinar a la izquierda; que si el contexto de la crisis no se abordó debidamente… El correísmo llevaba el fracaso en sus genes desde el momento que buscó posicionar el “morenismo” de Lasso, pero sobre todo cuando asumió un inédito tono conciliatorio por cerrar la brecha con el país de los otros, de los que agredió, ofendió, persiguió, descalificó… proponiendo un punto final para el odio. ¡Le llovieron meteoritos! Meteoritos en forma de redes sociales; miríadas de contenidos recordaron la humillación de la década infame, del tiempo en que se apoltronaron en el gobierno convirtiéndose en dueños del país y propietarios de la verdad.

Dice José Hernández que todo empezó en Montecristi, cuando Correa imponía a sus horteras la agenda y forma de las leyes que debían expedirse. Cuando les amenazaba con la renuncia y la orfandad si sobrevenía el desdén de sus caprichos “porque él tenía los votos” ¹. Se equivoca Hernández. Clive S. Lewis² explica la dinámica de este ruin sentimiento ejemplificando que “Si le hacemos daño a alguien que nos disgusta, descubriremos que nos disgusta aún más que antes”. Así los nazis “tal vez maltratasen a los judíos porque los odiaban; más tarde los odiaron mucho más porque los habían maltratado”. Si el amor se fortalece en el conocimiento del ser amado, el odio acrece en la ignorancia del otro, en la caricatura y la deformación del enemigo.

¿No fueron “chivo expiatorio” los legisladores cazados a patadas por sus garroteros frente al hotel Quito cuando bloqueó el Congreso? La vil campaña emprendida contra aquellos “payasos” marcaba al enemigo. Sus sabuesos olisquearon sangre y, durante los vejámenes, dieron rienda suelta a su sevicia como quien alivia una comezón. Procedieron con la tranquilidad de saber que el delito estaba justificado y recompensado, a priori, con impunidad. Aquel día el correato pregonó a los cuatro vientos la transgresión legitimada de la ley en tanto favoreciera los bajos instintos del demiurgo. Ese día, quien lo creyera, un pueblo seducido a la barbarie incrementó exponencialmente los adeptos del tiranuelo. Millones de voluntades se regodearon en el desacato, aplaudieron la indolencia policial y festejaron la humillación. Muchos de los que esto leen. Ese día el Ecuador aprendió a odiar en “Mashi style”.

Cualquier agrupación política debe trascender la mera voluntad de un caudillo. Construir una democracia requiere ampliar la propuesta, renovar cuadros, abrir diálogos que den contenido a la abstracta oferta en la empatía popular. La virginidad correista, el puritanismo anti partidos del que hacían gala, falsos como billete de Monopolio, se han desvanecido luego de este pacto Ribbentrop- Molotov con el socialcristianismo. Connubio que emboza los intereses del caudillo por anular las sentencias, usado como moneda de cambio, convertido en chantaje de gobernabilidad, extraviará el sendero de la modernización. Una realidad impuesta pues está perdida, para siempre, la ventaja de 2007: no son novedad. Los reconoce en la trapacería el aforismo sabedor que, al despotismo de antes, sucedió el suyo.

Foto: @bonilcaricatura

Lejos de lavar sus culpas como el muñeco Pinpón, con agua y con jabón, UNES está obligada a resolver la encrucijada de proyectarse a la representación auténtica de las mayorías o precipitarse en un decadente personalismo. Implícito en el slogan de superar el odio estuvo haberlo propiciado. Sus líderes, de haberlos, precisan un acto lustral de reconocimiento y contrición por aquella siembra. La inserción de UNES como partido exige un mea culpa al haber albergado todos los elementos que conspiran con la institucionalidad del país. Incluidos los delincuentes, por supuesto.      

Puntuación: 1 de 5.

¹ Así inventó Correa la fábrica de odio https://4pelagatos.com/2021/03/16/asi-invento-correa-la-fabrica-de-odio/

² Mero Cristianismo; C.S Lewis; Editorial RIALP 1995. Es autor reconocido por “Las crónicas de Narnia”