IDENTI-KIT DE UN FASCISTA

No existe más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo.
Oscar Wilde

Pinochet no fue un fascista. Según los rigores de quienes han intentado categorizar el fascismo, no lo fue. A su dictadura le sobraron militares. Militares en todas las gobernaciones de las provincias chilenas. Militares en la mayoría de las carteras de estado. Militares incluso en la dirección de las universidades, el servicio diplomático, la cultura. Militares a porfía, de tal manera de configurar una dictadura de corte institucional y corporativo. Lo que cabe bajo el término, dos reales eufemismo, de “pretorianismo”. Enormes dosis de autoritarismo, si el autoritarismo pudiere concebirse en dosis.

Quienes han estudiado el fascismo encuentran características que dictaduras como la franquista o la chilena no cumplen y excusan a esos regímenes del pesado sambenito.

Consideremos la evidencia lingüística: el fascismo es un vocablo que en política no tiene consistencia. Los haces (faces en italiano) consulares son uno de los tres símbolos de la república romana; símbolos del poder junto a la toga viril (la pretexta) y la silla curul. Roma entregaba los haces consulares a sus generales como símbolo de la delegación para hacer la guerra, para en su nombre construir el brazo armado de la república. Curiosamente, los haces forman parte del escudo ecuatoriano y poseen la misma connotación.

No proviene de una corriente filosófica ni se le ha concedido epistemología. No se corresponde a procesos económicos. Sus estudiosos le atribuyen dos fuentes principales: la guerra europea y el bolchevismo (Nolte). Ni siquiera ha surgido a su conjuro un corpus sociológico o un tratado de economía política, como en el comunismo o el liberalismo. Emerge de una curiosa amalgama de vertientes dispares donde no falta quien encuentre reflejos de pensadores como Spencer y Nietzche; de tratados psicológicos como los de Le Bon; del aparecimiento de ciencias novísimas, como la incidencia en las masas de la publicidad, de Sorel. De racistas como Gobineau y aún de geniales músicos como Wagner, devenido en teórico del arte.

El fascismo surgió como respuesta a la estrategia de choque del comunismo al que equipara en la disputa de las calles. Nos remite a la postguerra de 1918, con su secuela de afinidades pro soviéticas y de países desmembrados. De identidades nacionales desarraigadas a consecuencia de los acuerdos que dieron fin a la conflagración; de la abdicación de muchas testas coronadas. Al reparto del botín que no reparó en cuestiones de lengua, cultura o raza, y será galvanizado de manera certera por el nazismo. Tales las estrategias triunfantes inmediatas al trauma de la derrota: asalto al poder de los comunistas que sumieron a Alemania en el caos de la “espartaquiada”, por ejemplo. Una suerte de sans- coulottismo desbocado que no requiere tomar la Bastilla, pues se halla en posesión de las armas como consecuencia de la guerra que ha terminado.

Pero dichos criterios taxonómicos equivalen a crear un club; limitar el ingreso a los nuevos socios por al capricho de la letra chiquita del estatuto. Excluir a esforzados cirineos de esas tristes prédicas por la caprichosa geografía que lo reserva para el otro lado del Atlántico, deja esos esfuerzos en deuda. Existieron aproximaciones teóricas, construcciones y procedimientos de llegar al poder como consecuencia de aplicar la receta exitosa de Mussolini o Hitler. De una y otra vertiente surgieron émulos y las desemejanzas podrán atribuirse a los particularismos nacionales donde llegaron a levantar pendón.

Citaremos el caso del G.O.U. (Grupo Obra de Unificación) argentino, logia secreta al interior de esas Fuerzas Armadas, de cuyo “Plan de acción” fuera responsable Juan Domingo Perón. El general, admirador confeso de Mussolini, en sus varios ejercicios del poder, implementó las líneas maestras del italiano: corporativismo, manipulación de masas obreras, encarnación de la voluntad nacional, homologación del pensamiento. Aun cuando sus períodos 1946-52, 1952 hasta ser derrocado en 1955 y el que tuvo lugar desde 1973 hasta su muerte, proviniesen de las urnas, testifican también la repugnancia que sentía por la democracia de equilibrios institucionales y contrapesos; de independencia de poderes. Al trazar una línea paralela entre el ascenso de los “camisas negras”, los “camisas pardas” y el G.O.U. se hallarán muchas similitudes.

Perón erigió un esquema de poder fincado en la postrera discrecionalidad de su pensamiento sobre todos los temas nacionales de su larvada dictadura. Los regímenes afines al totalitarismo lo requieren: sin dictadura, sin tiranía, son simplemente inconcebibles. Y para no dejar cabo suelto, digamos que en temas de economía, el fascismo fue intensamente anti-capitalista y extendió profusamente la empresa estatal.

Veamos como construyó ese azote de la Argentina que se dio en llamar justicialismo. Desde su arribo a la Secretaría de Trabajo y Previsión, resuelto a invertir en su provecho personal la organización de los sindicatos obreros para- estatales, apeló sin remilgos al escrache, el “patoterismo” y otros expedientes gansteriles. El secretario de estado convertido en candidato, como resultado de la presión de los “descamisados” en Plaza de Mayo, al volverse las tornas de su confinamiento y destitución, hizo la campaña con el apoyo desembozado del recurso gubernamental. A más de su elocuencia de tarima, sus adherentes eran aquellos desencantados por la permanente falsificación política del período conservador. Perón acusará a todos los partidos de la situación política y descalificará a sus contendientes, con el asertivo beneplácito de los electores.

El recurso conocido de descalificar la democracia por su contenido formal y negarle acto seguido cualquier representatividad, se asemeja a la campaña ecuatoriana de 2006-07. Quien gobierna se negó a participar de la “payasada” de postular candidatos al congreso, para luego degradar, entronización de los “manteles” de por medio, su propia corte de fámulos y saltimbanquis.

Cuando el golpe de estado de Ramírez, y luego Farrel, sendos lineamientos filo fascistas propuestos por el G.O.U. tuvieron sanción de la ley, todos orientados al control social. En Diciembre de 1943 apareció la reglamentación del periodismo y la radiodifusión. La conformación de la C.G.T., la central obrera argentina, debe interpretarse como la cración de una herramienta con el mismo propósito. Farrel, en el interregno, intervino las universidades y se deshizo de los profesores desafectos de su antiguo ministro en las vísperas de la asunción del recién elegido.

No se ingresa al fascismo con un número de muertos ni causando una guerra. Ni tiene una gradualidad en atención a los exiliados que se han visto forzados a dejar la patria. Ni siquiera es suficiente partir del sistema económico, pues ha existido siempre un fascismo de izquierda.

Compartieron con el comunismo la agresión, el atentado, el garrote, como práctica de ablandamiento político. Compartirán los procesos sumarios, el escarnio del individuo, los confinamientos, el direccionamiento de la justicia, la incursión metódica en la intimidad; allí reside la gradualidad. Implementarán congresos obsecuentes, un aparato estatal de delaciones, fijarán los rumbos públicos desde burós políticos y círculos de poder. En suma, una interminable lista surgida al calor del ordenamiento en que el estado tiene preeminencia sobre el ciudadano. Dónde la raza, los compañeros de armas, los facciosos o el proletariado ocupan la cúspide de la escala jerárquica. Donde se hace lo que manda el líder.

De reciente aparición, el libro “De Velasco a Correa” de Carlos de la Torre sobre el populismo en el país, construye una tesis fuerte que hace especial hincapié en las características personales del caudillo, su perfil psicológico y la relación umbilical que establece con el pueblo. Una relación enfermiza que toma tesis de Erich Fromm respecto del surgimiento del nazismo en particular y de los totalitarismos en general. En Fromm estas apariciones son propiciadas por períodos decadentes, donde se inscribe la crisis de 1999. La secuela de desmembramiento de la familia, de quiebra económica, de abatimiento general, operan como agentes germinales. El individuo vencido, con un peso de responsabilidades que exceden su capacidad de respuesta, se ve a sí mismo como ese “paria que el destino se empeña en deshacer”, según lo describe el famoso tango. ¿Esto ocurrió con el Ecuador? Lo creemos así.

Tanto el sujeto como la sociedad, sometidos a la perversa manipulación de su suerte, se convierten en desvalidos. Buscan refugio en una figura paternal, un pararrayos poderoso que actúe en la desgracia como escudo frente a la tormenta; un guía resuelto que posea todas las respuestas. De la Torre ha establecido muy bien ese carácter paternal; el líder desempeña el rol del “pater familias” de todas las familias e, imbuido de este papel, se mira imprescindible. “La tarea de un padre no acaba nunca”, recalca de la Torre, y a partir de ese señalamiento podemos comprender el ciclo recurrente de la tarea inconclusa. La campaña permanente que prepara las siguientes elecciones, la sucesión de ajustes tributarios, la reelección indefinida, la obra física que nunca es suficiente, la contratación desenfrenada que responde a sentidas aspiraciones de la comunidad, convenga o no.

La sociedad crea el perfil del candidato. Como viene ocurriendo, excepción hecha de Mahuad, 2006 fue también el año del outsider. ¿Se corresponde a un fascista?. Así mismo, nos parece haber reunido las suficientes evidencias en cuya comparación incurre y lo confirma. Piadoso eufemismo, preferimos llamarlo caudillismo: así operamos como sociedad. A diferencia del caudillismo, categoría de un país pre capitalista, anterior a la sociedad de masas, el populismo comparte un amplio espectro de la identidad política y barre los dos extremos ideológicos.

Perón, Franco, Pinochet fueron fascistas no obstante las excepciones. Lo suyo es susceptible de invertir los términos para expresar un concepto conmutable: escojamos fascismo pretoriano o pretorianismo fascista, nos dirán lo mismo. Aun cuando Nicolás Maduro se desgañite apostrofando de tales a sus opositores, el lastimoso presidente de Venezuela tiene “llenas todas las bases”, por decirlo en términos del béisbol, del decálogo totalitarista. ¿Qué diferencias presenta el venezolano frente a su par de Ecuador? Que éste todavía no ha armado a sus sicarios para que lo “defiendan”. Por ahora se conforman en llevar ramilletes de flores “envenenadas” a los opositores. En todo lo demás la inspiración castrista del modelo se ha reproducido fielmente sin llegar a eliminar la propiedad privada y los vestigios de libre empresa que subsisten en la economía.

Si desagrada la apóstrofe y no lo reconocen así, concordaremos en que, al menos, se aproximan. Muchísimo.

Un comentario en “IDENTI-KIT DE UN FASCISTA

  1. Definitivamente una clase magistral! Sin embargo, tanta información y conocimiento puede resultar abrumador. En lo personal, las referencias a la historia Argentina me resultan ajenas, difíciles de llevar el hilo, no obstante elaboran un antecedente para una clara comprensión de la situación actual del Ecuador.
    Espero tus siguientes aportes!

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